El largo camino de regreso para un soldado de la Gran Guerra

En un evento social de la colectividad italiana de Casilda, Santa Fe (Argentina) en 2007, la señora Lidia Partel contó la impresionante historia vivida por su padre, Luigi Partel, durante la I Guerra Mundial. 

Cada relato de los sobrevivientes de esta tragedia merece ser rescatado para dar cuenta ante la posteridad acerca de las terribles vicisitudes que han debido soportar los jóvenes de aquel tiempo. 

Luigi Partel nació en Ziano di Fiemme 1 un pueblo alpino muy pequeño que antes de la Gran Guerra formaba parte del Imperio Austro-Húngaro. A sus dieciocho años respondió con entusiasmo al llamado de la patria para cumplir con el servicio militar. Durante este período estalló la guerra, y a los 19 años fue enviado a defender la región del Trentino contra el ejército de la vecina Italia.

Collage de una de las campañas en los alpes italianos. (Fuente, Wikicommons)

Partel combatió desde el comienzo de la guerra, un triste privilegio que muy pocos han vivido para ostentar. En las trincheras la vida era tan miserable que había poca diferencia entre saltar hacia la lucha o permanecer en ellas. El agua y los alimentos eran escasos. Los hombres morían tanto por el debilitamiento, el cansancio y las enfermedades como por la lluvia de bombas o las ráfagas de ametralladora. 

Ya avanzado el enfrentamiento, en una de las salidas hacia “tierra de nadie” cayó dentro de un cráter de bomba, último refugio de la oleada anterior de camaradas. Muchos aún permanecían allí, ya cadáveres. Durante varios días se mantuvo oculto en ese hoyo, esperando algún tipo de distracción que le permitiera volver a la trinchera. Desesperado por la sed, bebió el agua acumulada en el fondo en donde también se podrían los cuerpos.

Partel solía contar que en una granja arrasada por la lucha canjeó cigarrillos por una docena de huevos a un obstinado granjero que nunca abandonó su lugar. La hazaña del caso fue haber comido la docena cruda de un solo bocado, después de días de inanición. Afirmaba que casi muere en ese acto, y era ésta su gran anécdota de la guerra, la única que él se permitía contar.

Situación del frente italiano entre 1915 y 1917 (fuente: Wikicommons)

Posiblemente ,durante la “Ofensiva Brusílov”, Luigi Partel fue capturado y trasladado a un campo de prisioneros de Siberia. Logró sobrevivir al frente de batalla, pero comenzaba la lucha por sobrevivir como prisionero de guerra. Durante años fue obligado a realizar trabajos forzados. Muchos de sus camaradas sucumbieron en esas jornadas interminables. 

Algunos años después de finalizada la guerra, el trato hacia los prisioneros dejó de ser extremo. Es entonces designado como cartero, al mando de un trineo tirado por perros para llevar correspondencia entre los poblados de llanuras heladas y distantes. 

Se dice que nadie escapa de Siberia a pesar de no haber muros. El frío glacial, las distancias y las estepas desiertas son como rejas inexpugnables. Después de 7 años de cautiverio y a los 29 años, decide que ya ha sido suficiente para él. Solo con lo puesto, emprende su camino hacia occidente. 

En harapos caminó buena parte del globo; viajó como polizón en trenes de carga, y a veces montado en carretas. Tras varios meses logró llegar a Trento. La ciudad era la misma. El país y la bandera eran diferentes.

El ejército italiano entrando en Trento el 3 de noviembre de 1918, durante la Primera Guerra Mundial (Fuente: Wikicommons)

En la oficina postal, Luigi pide ser llevado a Ziano di Fiemme, distante a 70 Km, con el próximo camión de correos. 

En la parte trasera del camión comparte banco con un hombre evidentemente molesto y asqueado por la imagen harapienta y la escasa higiene personal de su circunstancial compañero. No obstante, ambos desconocidos entablan una conversación banal durante el trayecto. 

Al observar que el extraño personaje se emocionó al ver el cartel que anunciaba el ingreso al pueblo, el hombre le pregunta: 

– Usted no es de aquí, ¿o sí? 

– Si. 

– Este pueblo es muy chico. Somos pocos y nos conocemos todos. Yo a usted no lo conozco. ¿Cuál es su nombre? 

– Luigi Partel. 

El hombre, sorprendido, se arrojó sobre él y lo abrazó sollozando. Luego saltó del camión aún en marcha y a pesar de su edad, entró al pueblo corriendo por la única calle, gritando como enloquecido: 

-¡MI HIJO VIVE!… 

-¡MI HIJO VIVE!… 

-¡MI HIJO VIVE!… 

Tras volver a su hogar, Luigi se enteró que su madre ya no estaba, tampoco uno de sus hermanos quién también marchó a la guerra. Los tiempos de postguerra no resultaron buenos. Como muchos compatriotas, decidió emigrar hacia un país lejano, próspero y sin guerras. Llegó a la Argentina a bordo de un barco llamado “Sofía”, donde vive hasta los 82 años. 

Muchos edificios notables, como la Aduana de Rosario, aún lucen la belleza de su época gracias a los ornamentos que Partel construyó. 


Autor

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Pablo Panichelli. 44 años, de Argentina. De profesión Ingeniero en Sistemas, interesado en la historia de los conflictos bélicos del siglo XX. Fanático de las motos y los autos antiguos.

Notas al final

  1. Actual región de Trentino-Alto Adigio, provincia de Trento, Italia.
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