Factores geográficos, militares y políticos que impidieron la victoria de Alemania en la Batalla de Inglaterra
Entre el 10 julio y el 31 de octubre de 1940, sobre el suelo británico y el Canal de la Mancha, se libró la Batalla de Inglaterra1, una serie de combates aéreos en los que Alemania buscó obtener la superioridad aérea en los cielos británicos, preparando el camino para la invasión anfibia de Gran Bretaña. Sin embargo, la batalla terminó con la victoria británica, debido a que la caza inglesa fue tan poco destruida que la fuerza aérea alemana tuvo que desistir de sus operaciones, por lo que, sin obtener un dominio aéreo, un desembarco se hizo imposible.
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La derrota del arma aérea alemana (Luftwaffe), así como los deseos de invasión de las islas británicas son elementos ampliamente discutidos, por lo que, cabe preguntarnos ¿Cuáles factores influyeron en este resultado? Esperamos que estas y otras dudas, sean resueltas en el presente artículo, aclarando que, este no se centrará sustancialmente en los aspectos recurrentes al desarrollo de la campaña alemana aérea contra Gran Bretaña, aunque si se expondrán algunos de sus factores claves.
Estudios preliminares para la invasión de Gran Bretaña
Con motivo de entender las pretensiones del Tercer Reich sobre Gran Bretaña, es importante empezar describiendo los estudios preliminares para su invasión, los cuales surgieron a mediados de noviembre de 1939, cuando el Grossadmiral Erich Raeder, Comandante en Jefe de la Kriegsmarine (Marina de guerra alemana), ordenó a un grupo del Estado Mayor2 del OKM (Oberkommando der Marine o Alto Mando de la Marina) estudiar un proyecto de invasión a Gran Bretaña, con el objetivo de reconocer las implicaciones que derivarían de una operación de este tipo (Cartier, 1951).
El proyecto sugería un desembarco en la costa este de Gran Bretaña, entre Yarmouth y Lowestoft, a 190 km de Londres con tres o cuatro divisiones de infantería y aerotransportadas, seguidas de unidades acorazadas y motorizadas (Solá, 2016). Estas embarcarían en los puertos del Mar del Norte y el Báltico 3, formando así un sector en cual la Kriegsmarine podría operar más eficientemente (Solá, 2016). Este estudio, elaborado por la Marina sin directiva del OKW (Oberkommando der Wehrmacht o Alto Mando de la Wehrmacht 4), sólo se presentó como una meditación en caso de que los acontecimientos se precipitaran, más no como un procedimiento a llevar a cabo, ya que, como tal, Alemania no tenía intereses en ocupar el Reino Unido (Belot, 1962, p. 336).
Una vez el plan fue examinado por el OKL (Oberkommando der Luftwaffe o Alto mando de la Fuerza Aérea), se reseñó que una operación de tal envergadura solo podía ser considerada bajo condiciones de absoluta superioridad aérea, ya que, por un lado, ante la superioridad de la Royal Navy (Marina Real británica), la Kriegsmarine no podía proporcionar una adecuada protección a las tropas de desembarco y, por el otro, la Luftwaffe tampoco estaría en condiciones de ofrecer dicho apoyo, al estar concentrada en combates contra la Royal Air Force (Real Fuerza aérea. RAF).
Por ello fue que Alfred Jodl, jefe del Departamento de Mando y Operaciones en el OKW, quien fungía como consejero de táctica estratégica militar ante Adolf Hitler (Führer -o líder- de Alemania), llegó a expresar que: “no teniendo Alemania el dominio del mar, debía tener por lo menos el total dominio del aire” (Cartier, 1951, p. 120). Posteriormente, cuando este estudio fue recibido y analizado por el OKH (Oberkommando des Heeres o Alto Mando del Ejército), fue denominado Estudio Norte-Este y fue modificado para considerar a la desembocadura del Támesis y Kent como zonas más idóneas de desembarco (Kieser, 1997)
Conviene subrayar que es muy posible que Hitler, después de finalizada la batalla de Francia y antes de concentrar su atención en la campaña en el Este, sintió la obligación de intentar un acuerdo con Gran Bretaña para evitar una guerra en dos frentes. Ello, sumado a la neutralidad estadounidense, le permitiría concentrarse en expandir su espacio vital hacia el Este, especialmente en Ucrania y Bielorrusia, lo que implicaba enfrentarse a la Unión Soviética con todas o la mayoría de sus fuerzas. Sin embargo, Winston Churchill (Primer Ministro de Gran Bretaña), rechazó todo acuerdo con Hitler, lo que hizo que el líder alemán planificara su acción contra Gran Bretaña, principalmente en tres puntos:
- Amenazar inicialmente con la invasión como método psicológico disuasorio;
- Planificar un desembarco expedicionario a Inglaterra, para lo que se tendría en cuenta el estudio de la Operación NORTE-ESTE de la Armada;
- Conseguir la supremacía en el aire para evitar que la RAF (Royal Air Force o Real Fuerza Aérea británica) interfiriera en la invasión, sin lo cual la operación fracasaría (Solá, 2016).
En este momento, el plan fue modificado para utilizar los puertos de las recién conquistadas Francia y Bélgica para el embarque de tropas, llevando a cabo un desembarco por el sur de Gran Bretaña.
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Directiva No. 16: Seelöwe.
Pese a las dificultades que entrañaba un desembarco en el Reino Unido, las cuales trataremos más adelante, Hitler, el 16 de julio de 1940, firmó la Directiva No. 16 sobre los preparativos para una operación de desembarco contra Inglaterra con el objetivo de eliminar la patria inglesa y, si era necesario, ocuparla por completo. Esta directiva fue denominada Seelöwe (León Marino) y, en síntesis, enunciaba de lo siguiente:
El desembarco debe ser efectuado por medio de una operación por sorpresa, sobre un ancho frente que se extiende desde Ramsgate hasta el oeste de la isla de Wight. Elementos de la Aviación cumplirán el cometido de la artillería y elementos de la Marina el de los ingenieros. Pido a cada uno de los tres Ejércitos que consideren desde su propio punto de vista las ventajas que puedan presentar ciertas operaciones preliminares, tales como la ocupación de la isla de Wight o del Condado de Cornualles, antes de la invasión general. Los tres Ejércitos me informarán del resultado de sus deliberaciones. La decisión final la tomaré personalmente. Los preparativos deben estar terminados para finales de agosto… Para que el desembarco sea posible hay que emprender las acciones siguientes: 1-La aviación británica ha de ser eliminada, para que ya no pueda oponerse eficazmente a las tropas de invasión. 2- Deben dragarse las rutas marítimas—. Los dos flancos de la zona de paso, al E del Paso de Calais y al W, sobre la línea Alderney-Portland, deben ser minados de forma que resulten infranqueables.3- La artillería pesada de costa debe dominar y proteger el frente de partida, por completo. 4- Las escuadras británicas deben ser inmovilizadas a la vez en el N y en el Mediterráneo (por los italianos en ese mar). Con ese objeto, las fuerzas navales británicas enemigas en los puertos ingleses y en las costas serán atacadas por la aviación y por los buques, con torpedos.
(Belot, 1962, pp. 337-340.)
A partir de allí, se estudió la posibilidad de llevar a cabo un desembarco sorpresa por los Grupos de Ejércitos A5 y B6 con cerca de 19 divisiones7 (un aproximado de entre 100 mil y 190 mil efectivos8 ) en un frente amplio de 300 km, en línea recta, en tres áreas que iban desde Ramsgate, en Kent, hasta Dorchester (Solá, 2016, p. 419). Empero, para agosto, se planteó un contingente invasor de entre 19 divisiones al inicio y 39 al final, para un aproximado de 260 mil efectivos9 (Kieser, 1997, p. 114).
La Kriegsmarine, se vio frente a la ingente tarea de reunir barcos y naves suficientes para trasladar una primera tanda de cien mil hombres —con sus tanques, sus vehículos motorizados y sus equipos— al otro lado del Canal de la Mancha (Beevor, 2012, p. 168), Para ello, estimó necesario 45 barcos -entre cruceros ligeros y destructores-, 155 transportes, 1.722 barcazas, 471 remolcadores y 1.161 embarcaciones a motor (Solá, 2016, p. 420-422).
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Los ánimos no tardaron en resonar en los estamentos de la Marina ante la imposible tarea de reunir un número tan grande de navíos, puesto que, en junio de 1940, después de las severas perdidas en Noruega durante la Operación Weserübung10 (3 cruceros, 10 destructores y 6 submarinos), Alemania tan solo contaba con un crucero pesado, dos ligeros, entre 4 y 10 destructores, 20 torpederos y un aproximado de 45 lanchas torpederas para escolta y apoyo de fuegos, unos 200 dragaminas y aparte, dos viejos acorazados pre-dreadnought. (Solá, 2016, p. 425). Visiblemente, se podía disponer de 21 submarinos, pero, estos eran aparatos incapaces de ofrecer la adecuada cobertura, puesto que eran fácilmente detectables por aviones y, al estar sumergidos, podían ofrecer poco apoyo de fuegos. Así mismo, en superficie, eran fácilmente destruidos, incluso por ametralladoras. Por esta razón es que se emplearían en labores secundarias y no como unidades para proteger las tropas a desembarcar: 15 serían situados en los aproches occidentales del Canal y seis frente a las bases y puertos británicos del sudeste de Inglaterra (Sola, 2016, p. 425).
A todas luces, este número de navíos era inferior a los que poseía la Royal Navy. En 1940, la Home Fleet o Flota Metropolitana (flota de la Royal Navy que operaba en las aguas territoriales del Reino Unido) contaba con 34 destructores, 22 submarinos y 5 buques minadores; sin contar otros navíos de carácter logístico y de carácter menor, como torpederos y otros (Jackson, 1998). Este número tampoco incluye las demás flotas de Gran Bretaña que operaban en sus aguas, como los comandos de: Western Approach, Channel Force, The Nore, Rosyth Force, Dover Force, etc., lo que da para un aproximado de trecientos navíos de guerra.
Ante estas cifras, los alemanes no disponían de los medios de desembarco adecuados ni en cantidad suficiente para tamaña empresa y, por esta razón, fue que el 3 de septiembre de 1940, el OKH reestructuró Seelöwe, modificando el concepto inicial, reduciendo la fuerza expedicionaria a tan solo 80 mil hombres en la primera fase y 175 mil al final, pasando de 19 divisiones a tan solo 1511(dos de ellas aerotransportadas), que desembarcarían en doce días con un irrisorio apoyo de fuego naval (Sóla, 2016, p. 424). El desembarco se limitaría a la zona de Folkestone-Eastbourne y Brighton- Worthing, reduciendo el frente de ataque de 300 km a tan solo 80 km.
Para ello, la Luftwaffe, estimaba 2.700 aviones, cifra que corresponde a: 1.015 bombarderos, 346 bombarderos en picado, 933 cazas y otros 375 cazas de gran radio de acción (Solá, 2016, p. 420). A ello se suman mil aviones de transporte Ju-52 y alrededor de 150 planeadores, los cuales permitían aerotransportar alrededor de entre 12 mil y 15 mil hombres. Además, se disponían de dos divisiones de asalto aéreo: la 7.ª de Paracaidistas y la 22.ª Aerotransportada, lo que claramente no significaba que no pudieran aerotransportar otras unidades, como pasó precisamente en Creta en 1941 con una división de cazadores alpinos, aunque ello se veía limitado por el índice de disponibilidad y capacidad para estas cifras (Solá, 2016).
La respuesta británica
Indudablemente, el mando alemán esperaba la intervención de la Royal Navy, especialmente de la Home Fleet, la cual asumiría cualquier riesgo y empeñaría a fondo y por completo sus fuerzas, incluso si los alemanes dispusieran de la superioridad aérea, puesto que era una cuestión de vida o muerte para Gran Bretaña12. De hecho, el Almirantazgo británico estaba seguro de interferir los convoyes de desembarco y de aprovisionamiento alemanes a cualquier costo, con el objetivo de abortar logísticamente la operación; la RAF también tendría total disposición de atacar las cabezas de playa establecidas por los alemanes.
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A propósito, la Royal Navy organizó una fuerza de reacción inmediata de 36 destructores (sustraídos de la Home Fleet y de los convoyes de escolta de los aproches occidentales13) agrupados en cuatro flotillas, entre Portsmouth y Humber, los cuales eran apoyados por varios cruceros, además de 700 remolcadores, lanchas patrulleras y otras embarcaciones (Solá, 2016). Esta cifra aumentó para septiembre de 1940 a ocho cruceros ligeros y 57 destructores, además de patrullas de vigilancia entre Escocia y Solway (Solá, 2016). En efecto, esta fuerza sería apoyada por acorazados y portaaviones.
En materia del ejército en tierra, el OKH ignoraba el orden de batalla inglés, pues calculaba cuatro días para que las reservas británicas contraatacaran, cuando en realidad tardarían -según fuentes inglesas- tan solo 19 horas. Efectivamente, los británicos usarían las tropas evacuadas de Francia – trece o catorce divisiones de la BEF-, las cuales, habían adquirido cierta experiencia de combate y, además, estarían motivadas por luchar en suelo patrio (Fleming, 2020). A ello se sumaban quince divisiones de infantería, con la mitad de efectivos y todavía en formación, una división de blindados parcialmente equipada y los Voluntarios de la Defensa Local, conocidos como: Home Guard (Bungay, 2008, p. 23).
Directiva No. 17
Como ya se ha venido mencionando, para los alemanes era improbable conseguir una invasión exitosa sin que la RAF fuera neutralizada. Entre ellos, podemos encontrar al ya mencionado Alfred Jodl y, también, a Erich Raeder, quien, en 1939, a causa de las altas pérdidas durante la campaña de Noruega, hizo hincapié en que, ya que no poesía la superioridad naval, una invasión -tal vez- podía intentarse cuando se tuviera, si o si, la superioridad aérea (Cartier, 1951).
En esta posición también influyó bastante los combates de la Kanalkampf 14(Pelea del canal), llevada a cabo entre el 10 de julio y 12 de agosto de 194015. Esta constó de una serie de ataques de la Luftwaffe a los navíos británicos que transitaban por el Canal de la Mancha, así como instalaciones costeras, puestos de radar, puertos y astilleros. Tuvo como objetivo controlar la navegación y el espacio aéreo en el sector, además del estuario del Támesis y el mar del Norte.
En esta operación, los alemanes hundieron cerca de 40 navíos, destruyeron varias estaciones de radar y atacaron locaciones como Dover, pero perdieron un aproximado de 180 aviones frente a 70 británicos (Turner, 1994). Esta cifra se debió a que los británicos eludían un duelo en el aire siempre que se pudiese, conscientes de la superioridad numérica de los alemanes y de sus limitaciones de combustible. Ello, permitió conocer la capacidad de combate de la aviación británica, lo que hizo, primero, que Herman Göring, Comandante Supremo de la Luftwaffe y Ministro de Aviación del Reich, decidiera cambiar de táctica, pasando de combatir en el canal16 a hacerlo en suelo británico y, segundo, que se llegara a la conclusión de que lo principal era destruir la RAF, con el objetivo de que no interviniese en futuras operaciones. De allí fue que, el 1 de agosto de 1940, se emitió la Directiva No. 17, para la conducción de la guerra aérea y marítima contra Inglaterra, la cual estableció:
La Fuerza Aérea Alemana debe dominar a la Fuerza Aérea Inglesa con todas las fuerzas bajo su mando, en el menor tiempo posible. Los ataques deben dirigirse principalmente contra unidades voladoras, sus instalaciones terrestres y sus organizaciones de suministro, pero también contra la industria aeronáutica, incluida la fabricación de equipos antiaéreos.
(1 de agosto de 1940).
Ante esto, Göring ya había señalado en junio de 1940 que “Mi Luftwaffe es invencible y ahora nos dirigimos hacia Inglaterra. ¿Cuánto creen que aguantaran…dos, tres semanas? “(Moll, 1990, p. 40).
Superioridad aérea
Ya habiendo reconocido la importancia de alcanzar la superioridad aérea, podemos preguntarnos ¿Qué factores influyeron en la derrota del arma aérea germana en Gran Bretaña? Pero, antes de pasar a ello ¿Por qué derrota? A mediados de 1940, hasta la primavera de 1941, sobre los cielos británicos se llevó a cabo una feroz batalla de desgaste que tuvo como objetivo lograr la superioridad aérea en territorio británico, destruyendo el Mando de Cazas17 y su capacidad de combate. La idea era obligar al Mando de Cazas a encarar grandes batallas aéreas de desgaste, donde la Luftwaffe, al ser más cuantiosa y experimentada, saldría victoriosa. No obstante, los británicos, conscientes del plan, usaron sólo el número necesario de cazas para hacer frente a la Luftwaffe, evitando así grandes batallas de desgaste.
Como expone Cartier (1951), durante las operaciones aéreas contra Gran Bretaña en este periodo, principalmente en septiembre, la caza inglesa fue tan poco destruida que obtener el dominio del aire no fue posible, por lo que un desembarco se hacía imposible. Del 10 de mayo al 31 de julio, la Luftwaffe perdió casi 4.400 aviones (Stone, 2013). Además, entre agosto y septiembre de 1940, los meses centrales de la Batalla de Inglaterra, la RAF perdió setecientos veintitrés aparatos y la Luftwaffe más de dos mil 18. Para octubre, la RAF derribó 206 aviones alemanes, entre cazas y bombarderos, pero el número total de aparatos perdidos por la Luftwaffe fue en realidad de 375 (Maier, Rohde, Stegemann & Umbreit, 1991, p. 38)
.
Puede que las anteriores cifras den un resultado poco concluyente con las tasas de bajas a favor británico, pero demuestran que las expectativas planificadas contra la RAF no estaban ni cerca de lo previsto por los alemanes; ya habían pasado casi cuatro meses desde que Göring sentenció la derrota de la aviación británica y ésta, aún, seguía operativa. También nos permite ver que el desgaste era enorme para ambos bandos, pero, en una batalla de desgaste, tal como expone Jankowski, (2016), el defensor gana cuando el resultado queda en tablas.
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Tras este pequeño examen, podemos pasar a describir los factores que influyeron en la derrota alemana en los cielos británicos. Uno de ellos tuvo que ver con la inteligencia, puesto que, para cumplir los objetivos de la directiva No 17, la Luftwaffe debía de tener la información necesaria para atacar adecuadamente los centros operativos de la RAF: aeronaves, aeródromos, cuarteles, fábricas e industrias ligadas al sector aeronáutico. Aquí, los servicios de inteligencia alemanes (especialmente los servicios de inteligencia de Göring), fallaron en muchos sentidos, como en el hecho de proporcionar información fidedigna sobre los centros de la RAF. Por ejemplo, el 13 de agosto, durante Adler Tag (día del águila), donde, el grupo principal de bombarderos alemanes atacó campos y bases satélites que no pertenecían al Mando de Caza en vez de atacar la base naval de Portsmouth (su objetivo principal), puesto que, pese a los numerosos vuelos de reconocimiento, la inteligencia erró en su información; esto fue algo que se repitió a lo largo de toda la Batalla de Inglaterra. Igualmente, la tarea debió ser bastante difícil para los alemanes ya que los británicos edificaron hangares falsos y camuflaron las verdaderos.
Haciendo un paréntesis, el “Día del Águila” fue el primer día de la operación Adlerangriff, (Ataque del Águila), la cual buscó lograr la superioridad área alemana en Gran Bretaña mediante una batalla decisiva de desgaste19. En este día, el jefe del Mando de Caza de la RAF, Hugh Dowding, consciente del plan alemán, alejó a sus aparatos de los duelos en el cielo que eran muy buenos para la propaganda y en su lugar los concentró en la destrucción de los bombarderos20 (Stone, 2013, pp 34-35). El resultado de estas variables trajo consigo que, al final de la jornada, la Luftwaffe perdiese 86 aviones -39 gravemente dañados- (Bungay 2000, pág. 371 & Hough y Richards 2007, pág. 162); mientras que la RAF perdió 13 cazas y 11 bombarderos, además de 47 aviones de varios tipos en tierra (Bungay, 2000, p. 211).
Retomando, los británicos, recurrieron a otras tácticas que les permitieron mantener la superioridad aérea, entre ellas la de entablar combates prolongados, conscientes de las limitaciones de combustible de los alemanes. Los aviones que escoltaban a los bombarderos, como los Bf 109, siempre acababan volviendo a la base, dejándolos sin protección, puesto que, al contrario de la RAF que operaba desde bases cercanas y podía sentirse más liberada del combustible, los aviadores de la Luftwaffe tenían que regresar a sus bases (Stone, 2013, p. 34). Los cazas alemanes no llevaban las reservas de combustible suficientes para sobrevolar Inglaterra durante más de treinta minutos, por lo que debían de volver al continente a repostar; este tiempo se acortaba si se veían obligados a combatir. No hay que olvidar el hecho de que los británicos luchaban en su propio territorio, por lo que, si eran derribados, serían recibidos por sus compatriotas, mientras que los alemanes serían tomados prisioneros.
Allí también se ven inmersas las decisiones de los mandos, como Herman Göring, quien, pese a las altas pérdidas de la Luftwaffe, continuó lanzando ataques y, por lo tanto, causó un desgaste enorme en sus filas. De acuerdo con él, estos ataques serían contundentes para la derrota de la RAF, claro, basándose en informes de inteligencia que la presentaban al borde del colapso. Se llegó a pensar que la industria aeronáutica británica estaba destruida, pero, de hecho, durante este periodo esta fue todo un éxito. Mientras que la producción germana era un caos, los británicos producían 500 aviones a la semana en 1940, mientras que los alemanes la mitad (Stone, 2013, p. 35). Además, a mediados de septiembre el mando alemán llegó a pensar que al Mando de Cazas apenas le quedaban 177 aviones (Beevor, 2012). No obstante, las cifras británicas revelan que se poseían 738 cazas disponibles en sus unidades y 256 almacenados, listos para ser desplegados en caso de ser necesario (Quesada, 2020). La falta de veracidad sobre los números británicos, también se debió a la excesiva confianza en los registros de derribos de los pilotos alemanes, exagerados hasta en un 200 o 300% (Quesada, 2020)
Pese a ello, con su contundente superioridad numérica la Luftwaffe siempre causó estragos, pero, desde un panorama amplio, la RAF derribó prácticamente más aviones alemanes que los que perdía, aunque partía de una base mucho más reducida. Esto lo podemos observar en fechas, tales como, el 15 de agosto, día en el que Göring, abatido a causa de las altas pérdidas de “Adler Tag”, organizó un ataque que trajo tras de sí 367 aviones alemanes derribados, frente a 183 británicos21 (Victoria University of Wellington, s.f). Este día es conocido por los alemanes como “Schwarzer Donnerstag” o “Jueves Negro” y por los británicos, como “The Greatest Day” o “El mejor día” (University of Wellington, s.f). Aunque, también hubo fechas en contra, como precisamente pasó el 18 de agosto, día conocido por los británicos como “The Hardest Day” o “El día más difícil”, donde la RAF perdió 125 aviones frente a 102 alemanes, esto sin contar los daños a la infraestructura .
Los británicos también tuvieron una ventaja táctica conocida como el Dowding System22, el cual fue el primer sistema de interceptación controlado (Ground controlled interception o CGI). Este constó de una defensa aérea táctica que, desde un “centro de operaciones”, denominado Cuartel General de la Unidad de Caza, y a través de la sala de filtrado de Bentley Priory, la cual recopilada la información del espacio aéreo del Reino Unido mediante una red de estaciones vinculadas de avisos de ataques aéreos (como de estaciones de alerta temprana de radar -CH- y del cuerpo real de vigilancia -ROC-) (Imperial War Museums, 2018), permitía ofrecer la información e instrucciones necesarias a los aviones (Mando de Cazas) y la defensa anti aérea para la correcta interceptación de las aeronaves enemigas en el momento más favorable y con el número preciso de aparatos que aseguraran la victoria.
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Uno de los ejemplos de cómo este elemento influyó en la victoria británica, lo encontramos el 15 de septiembre, cuando la Luftwaffe lanzó su ataque más grande y concentrado contra Londres con la esperanza de llevar a la RAF a una batalla de aniquilación. En este día, Keith Park (Encargado del del «Sistema Dowding» y comandante del Grupo 11, responsable del sector sudeste de la Gran Bretaña, incluida Londres) debido a la información transmitida por el sistema, dio la orden de que veinte escuadrillas de cazas despegasen y ganaran rápidamente altura con el objeto de interceptar una fuerza de aviones alemanes. En el momento en el que los BF 109 regresaron al continente a repostar, los bombarderos alemanes se vieron superados por los aviones de una fuerza aérea que, según Göring les había dicho, ya estaba derrotada. Durante esta acción, la RAF destruyó cincuenta y seis aparatos enemigos, perdiendo solamente veintinueve cazas y doce hombres (Bungay, 2000).
Aunque estas cifras no se percibían particularmente cuantiosas, se daba la impresión de que los alemanes estaban fracasando en su intento por obtener la superioridad aérea, por lo que, si no se lograba acabar con la RAF para mediados de septiembre, sería menos probable poner en marcha León Marino antes de otoño, con su inestabilidad climatología, o peor aún, llevar a cabo una operación exitosa en invierno. Por lo tal, Göring era perfectamente consciente de que iba a convertirse en el único culpable si fracasaba.
La moral británica y el Blitz
En la noche del 24 de agosto de 1940, una fuerza de más de un centenar de bombarderos alemanes pasó de largo sus objetivos y dejó caer sus bombas por error sobre los barrios del este y del centro de Londres, a lo que Churchill, como represalia, ordenó una serie de bombardeos contra Berlín. De acuerdo a algunos autores, como Antony Beevor (2012), la represalia de Churchill contribuyó a que Göring tomara la decisión de que las ciudades y las industrias de las Midlands23 fueran los objetivos principales de los ataques, lo que supondría la derrota de la Luftwaffe en la batalla.
Sin embargo, como expone Overy (2010), la decisión de bombardear estos objetivos recayó en Hitler y la preparación estaba ya en marcha desde mucho antes, como una expansión planificada de los objetivos para reducir la capacidad militar británica en preparación para la futura invasión. Por esta razón, las incursiones británicas en Berlín pueden haber afectado esta decisión, pero, como afirmó Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Alemania, fueron más una coartada para el inicio de las operaciones 24(Overy, 2010).
La decisión también se vio influida por la incapacidad de la Luftwaffe en su intento de vencer a la RAF, acercándose más el tiempo para iniciar Seelöwe antes de invierno25. De allí, se ahondó en la idea de que un bombardeo masivo permitiría reducir la capacidad militar británica y se forjó la idea de que una campaña de terror minaría la moral de la población hasta el punto de impulsar al Gobierno a buscar un acuerdo. Por estas razones fue que, desde el 7 de septiembre, Londres –así como Birmingham, Brístol, Exeter y Bath – se convirtieron en el foco principal de los ataques alemanes. Estos ataques sobre las ciudades británicas y los Midlands, que se pueden ver como bombardeos “estratégicos”, fueron por sobre todo un pretexto para atraer un mayor número de cazas británicos a su defensa e involucrarlos en una batalla de desgaste; tipo de batalla que como ya se dijo, fue evitada por los británicos .
A esto también se le suma que, queriendo evitar más pérdidas, Alemania reformó sus tácticas y optó, a finales de octubre, por los bombardeos nocturnos. Para ello, se adecuó a los Bf 109 como cazabombarderos, los cuales, junto a los Junkers Ju 87, atacaron aeródromos, mientras que los bombarderos He 111 y Do 17 bombardearon las ciudades. Esto no significó que los alemanes detuviesen sus ataques sobre los aeródromos, ya que estos continuaron hasta el punto de obligar al Mando de Caza a desarrollar planes para trasladar sus escuadrones hacia al norte del territorio para que quedasen fuera del alcance enemigo, lo que hubiese representado un mayor tiempo de intercepción de los aviones alemanes.
Desde luego, el modificar los ataques, junto a los retrasos en la campaña francesa26, permitió a los británicos prepararse lo suficiente al proporcionar más tiempo a Churchill para reestructurar sus fuerzas y hacerlas más fuertes (Overy, 2010; Beevor, 2012). No obstante, esto no significó que la RAF estuviera al borde del colapso, o cerca de la derrota, antes del cambio de prioridades (Quesada, 2020).
Haciendo un paréntesis, la Luftwaffe fue perfeccionada como un arma aérea a nivel táctico y operacional, en un concepto de “apoyo”, pero sin unas políticas claras de carácter estratégico, cuyo objetivo, de acuerdo con Sanz, (2010. P. 77), debe ser alcanzar, sostener o apoyar aquellos fines o intereses designados. Ello depende de varios atributos, como de producción, reposición de perdidas, velocidad, largo alcance, respuesta rápida, intensidad tecnológica, potencia de fuego de precisión y efecto de choque. Estos deben tener la suficiente contundencia para equilibrar la balanza a favor en una campaña (Barrero & Álvarez, 2019).
Aquí puede reconocerse que el plan alemán no estaba bien planteado, tanto para obtener la superioridad aérea como para doblegar la moral británica. La falta de integración de la Luftwaffe en tanto a las capacidades mencionadas en el anterior párrafo permiten reconocerlo:
- Se carecía de aviones bombarderos pesados para causar grandes daños a los núcleos urbanos.
- No se poseían aviones con suficiente autonomía para proteger a los bombarderos.
- La producción británica de aviones superó la alemana en una proporción de dos a uno, ergo, no había cazas suficientes.
- La inteligencia alemana se vio autoengañada, como en el caso de la producción británica, el estado de la RAF, sus núcleos neurálgicos, etc. Sumado a este punto, es importante mencionar que la RAF tuvo un exitoso sistema de alerta que le permitió responder con “estrategias” mucho más adecuadas.
- No se poseía una combinación y sinergia, muchos menos coordinación, en el campo terrestre y, especialmente el naval, que proporcionaran la superioridad en el nivel estratégico.
Pese a que estos son sólo algunos ejemplos, nos permiten observar que la Luftwaffe no ostentaba los factores claves en el dominio y control del aire, para así avanzar y equilibrar la campaña y por ende, alcanzar la victoria.
Retomando, pese a que Londres sufrió más de trescientas muertes y mil trescientos heridos en lo que fue el primero de una serie de contundentes ataques que continuaron, formalmente, hasta mayo de 1941 con un número de bajas civiles -a final de año- de veintitrés mil muertos y treinta y dos mil heridos graves27(Beevor, 2012, p. 184), no se consiguió hundir la moral del pueblo ni de la RAF, ni se forzó al Gobierno británico a capitular. Al contrario, se fortaleció el espíritu de resistencia. Además de los civiles, los pilotos británicos también estaban sometidos a una gran tensión, la gran mayoría no superaba los veintidós años, estaban tan agotados que se dormían mientras comían, e incluso en medio de una conversación. Pese a ello, a medida que se fueron intensificando los ataques de la Luftwaffe y cuando aumentaron las bajas civiles, empezó a arraigar un profundo sentimiento de rabia y de indignación que los hizo más fuertes hasta el punto de siempre llevar, literalmente, el combate hasta las últimas consecuencias, infligiendo importantísimas pérdidas a los alemanes (Beevor, 2012, p. 181).
Habiendo demostrado que un Estado industrial no puede ser derrotado exclusivamente por bombardeos aéreos y en vista que Göring no pudo conseguir la supremacía aérea para el paso, Hitler, el 2 de octubre, aplazó León Marino para el mes de diciembre, y después a la primavera de 1941, para luego descartarla por completo el 12 de noviembre 194228, si es que en algún momento la tomó realmente en consideración29 (Solá, 2016, p. 428). Los preparativos se mantuvieron activos por varios meses30 como una empresa de posible ejecución31, no solo para seguir ejerciendo una intensa presión psicológica sobre los británicos, con el objetivo de que retuvieran en su país unas fuerzas defensivas mucho más numerosas de lo necesarias, sino, fundamentalmente, para enmascarar el proyecto y las concentraciones de tropas destinadas a invadir la URSS (Solá, 2016).
Un cartucho en su fusil
Habiendo realizado la recapitulación de la Batalla de Inglaterra, podemos ya pasar a la reflexión en torno a si fue posible invadir el Reino Unido. En el sentido estricto, es claro que no. Las operaciones aéreas probaron que obtener el dominio aéreo en Gran Bretaña no era posible y, por consiguiente, un desembarco no era viable: “no se podía obrar contra la conjunción del cielo y del mar” (Cartier, 1951). Hitler mismo, expresó su punto de vista en la Conferencia germano-italiana del 21 de enero de 1941:
Estoy en frente de Inglaterra, dijo Hitler, en la situación del hombre que no tiene sino un cartucho en su fusil. Tanto tiempo como lo guarde será fuerte, pero si lo pierde, su situación se hace muy grave. Un desembarco que fracase representaría la pérdida de mucho material, y los ingleses estarían tranquilos por mucho tiempo y podrían emplear sobre otros teatros, es especialmente en el Mediterráneo, las fuerzas que están obligados a tener ahora en las islas. Por el contrario, los neutralizaré tanto tiempo como los tenga amenazados. Es por esto que los preparativos se continuarán en forma ostensible.
(Cartier, 1951, p. 121).
A esta posición, se le suma Raeder, quien dejó por sentado ante Hitler que una operación de desembarco en Gran Bretaña pudo significar, muy probablemente, la ruina total del ejército expedicionario con pérdidas muy severas y prácticamente irreparables (Solá, 2016, p. 428). De hecho, afirma Boose, (2008, p. 88), que el Heer (ejército) especulaba que el paso por el Canal de la Mancha se desarrollaría a modo de “cruce de un río” en un “frente ancho” a través de una invasión de gran estilo, a lo cual discernía totalmente a la Marina y que generaba muy malas expectativas32, no solo porque no se trataba de cruzar un rio, sino un mar dominado por el enemigo, cuya parte más difícil sería el abastecimiento de las tropas y para lo cual no se contaba con los medios, tal como expuso el mariscal de campo Gert von Rundstedt: “El paso era una empresa sin sentido, pues nos faltaba el material de desembarco adecuado” (Solá, 2016, p. 429).
Por ello, es que una operación de desembarco tuvo tan poca consideración, ya que era un único cartucho en un fusil que, de gastarse, pudo representar consecuencias políticas que irían más allá de las militares, razón por la cual podemos afirmar, positivamente, en este periodo de la guerra que Gran Bretaña no estuvo amenazada por un desembarco. No cabe duda de que el OKH y -especialmente- el OKM, estaban mucho menos dispuestos a lanzar una invasión en un momento en el que había quedado patente la imposibilidad de la Luftwaffe de aplastar al Mando de Caza enemigo.
La defensa del fuerte Vaux. «Las Termópilas de occidente»
Muy tarde para la guerra
Planteándonos ahora la posibilidad de un desembarco en Gran Bretaña, este quizás solo hubiera sido posible durante el verano de 1940, debido al desastre de Dunkerque y la capitulación de Francia33, ya que se dejó a los británicos en un estado de inferioridad; la situación era desesperada, con casi todos los vehículos y las armas de su ejército abandonados al otro lado del Canal de la Mancha. Hitler lo sabía. Sin embargo, para que pudiera llevarse a cabo un desembarco, aprovechando esta oportunidad única, era necesario tener un plan desarrollado con antelación, cosa que no se tenía, puesto que antes de junio de 1940, pese a que lo había meditado, Hitler no había soñado con invadir el Reino Unido.
Antes de julio de 1940, Hitler no tuvo planes para la invasión de Gran Bretaña, había meditado la posibilidad de conquistar América del Sur, hasta provocar una guerra civil en Estados Unidos, pero no se había visto como conquistador del Reino Unido, como demuestra la Directiva del 10 de octubre de 1939, en la que se establecían los objetivos de la ofensiva hacia el Oeste: “la conquista de una base satisfactoria para las operaciones ulteriores, aéreas y navales contra Inglaterra” (Cartier, 1951, p. 120). Es claro que en la directiva no se mencionan operaciones terrestres. De allí que la ofensiva contra Bélgica, Holanda y Francia también estuviera dirigida contra Gran Bretaña, pero sin plantear una invasión.
Desde luego, en 1939, el tiempo para planear la invasión al Reino Unido estaba a la mano después del éxito de la campaña polaca. Los planes de invasión a Francia estaban en desarrollo, pero un salto a las islas británicas no estaba previsto y tampoco era posible debido a las dificultades ya planteadas; esto hace entender que realmente los mandos alemanes eran conscientes de tales dificultades y la dificultad emprender este tipo de de acciones contra el Reino Unido. Es cierto que en diciembre de 1939 se consideraron las estrategias posibles para la invasión de Gran Bretaña, como el “Estudio Norte-Oeste», pero este no fue más que un estudio de emergencia, a tal punto de que se presentó en julio de 1940, por ello fue que el general Franz Halder, Jefe de Estado Mayor del OKH, recomendó que una invasión debía tomarse solo como último recurso.
Aun así, por más plan que se tuviese, una invasión de gran envergadura tampoco era posible, la campaña en Francia duró más de lo planteado, por lo que la construcción de aeródromos, traslado de cazas y bombarderos fue retrasada, lo que, sumado a que las pérdidas fueron muy superiores a lo esperado (la Luftwaffe había perdido 1284 aviones), llevó a que los Luftflotten (Flotas del aire de la Luftwaffe) tardarán más tiempo reequipando sus escuadrones (Cartier, 1951). Por estas razones fue que, hasta julio, un mes después de Dunkerque, se iniciaron operaciones aéreas concretas contra Gran Bretaña y esto fue fatídicamente tarde para la guerra: “muy tarde para la estación, muy tarde para el año y muy tarde para la historia” (Cartier, 1951, p. 120).
Capitular
Después de Dunkerque, Churchill fue consciente del difícil panorama que enfrentaba, por lo que llegó a escribir, el 21 de mayo de 1940, a Roosevelt, hablándole de una posible derrota de Inglaterra con la consiguiente pérdida de la Marina Real Británica (Cartier, 1951). Sin embargo, es importante resaltar que Churchill exageró la incidencia de las operaciones germanas para generar simpatías, apostando al apoyo estadounidense. Pero, lo cierto es que, Gran Bretaña nunca estuvo realmente amenazada o cerca de un colapso en sus islas. Aún así, siempre estuvo dispuesto a la lucha, mostrando a los Estados Unidos y al mundo entero que su país tenía la firme intención de resistir en solitario, lo demostró frente a cualquier acuerdo con Hitler, con su posición respecto a la flota francesa -como en Mers-el-Kébir34– y más tarde en los cielos británicos.
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Esta determinación, animó a Hitler a sostener que Gran Bretaña era vulnerable tanto por aire como por mar, razón por la cual no era necesaria una invasión para obligarla a capitular. El 23 de mayo de 1939 llegó a expresar:
Si en la Primera Guerra Mundial, nosotros hubiéramos tenido dos acorazados y dos cruceros más y si la batalla de Jutlandia hubiera comenzando por la mañana, la flota inglesa hubiera sido derrotada, e Inglaterra puesta de rodillas. Sin embargo, no hubiera sido suficiente batir su flota, hubiera sido necesario desembarcar en suelo inglés, porque Inglaterra estaba en condiciones de asegurar su alimentación, pero un desembarco hoy en día no es posible […] Desde el momento en que las rutas de abastecimiento para víveres y petróleo sean cortadas35, Inglaterra está forzada a capitular.
(Cartier, 1951, p. 119).
Hitler se apoyó en la idea de que Gran Bretaña había dejado caer el poderío relativo de su flota hasta el punto más bajo de su historia y se encontraba en malas condiciones: “la flota inglesa, decía, no cuenta con sino dos navíos de línea modernos, el “Rodney” y el “Nelson” y los nuevos desarrollos son los cruceros “Washington” y estos son mediocres” (Cartier, 1951, p. 119). Sin embargo, el número de navíos de guerra alemanes era a todas luces inferior al de la Royal Navy y Alemania no contaba con la capacidad ni el tiempo para la construcción de una gran flota de superficie. Por esta razón, Hitler se orientó hacia otros medios, que consideraba menores, pero que juzgaba suficientes: submarinos, minas y aviación.
Estos medios pueden, según lo dicho a sus generales el 23 de noviembre de 1939, golpear a los ingleses de una manera efectiva, si nosotros poseemos una base de operaciones mejor. La invención de un nuevo tipo de mina (la mina magnética) es de la más grande importancia. El minaje permanente sobre las costas británicas pondrá a Inglaterra de rodillas. Los aviones serán, de hoy en adelante, los instrumentos principales para el siembre de minas; pero la Luftwaffe tiene necesidad de terrenos más cercanos a las aguas inglesas y solo puede encontrarlas en Bélgica y Holanda.
(Cartier, 1951, pp, 119-120)
Un revolucionario a quien una marquesa intimidaba
Conviene subrayar que, frente a Gran Bretaña, Hitler conservaba una especie de complejo de inferioridad muy fuerte, mientras en sus discursos hablaba contra ella, en secreto promovía su superioridad, e incluso le respetaba: “era un revolucionario a quien una marquesa intimidaba” (Cartier, 1952, p. 118). Esta posición no solo se desglosaba del poder naval británico y su imperio colonial, pues el dictador alemán, de acuerdo con Cartier (1951, p. 118), juzgaba necesario la presencia del Imperio Británico para el orden mundial, especialmente para mantener alejadas a las masas de Asia del comunismo; someter al país a la derrota, seria asesinar su proyecto. Además, le preocupaba que, si derrotaba a Gran Bretaña, las colonias cayeran en manos de los Estados Unidos, Japón y la Unión Soviética.
Esta puede ser una de las razones por las que Hitler consideró necesario alcanzar la paz con Gran Bretaña o, por lo menos, eliminarla como adversario. Ello, claramente, evitaría una guerra en dos frentes, pues, como es sabido, los deseos expansionistas de Hitler – la necesidad de ganar Lebensraum o espacio vital- se dirigían hacia Rusia y los Estados adyacentes que le eran subordinados (Hitler, 2003).
Ello ha llegado a suponer, tal como Jodl expuso en Nuremberg, que: “El Führer estaba listo a hacer la paz con Inglaterra sobre las arenas de Dunkerque” (Cartier, 1951, p. 118). Claramente, durante la época de Dunkerque la situación era tensa para Gran Bretaña, por lo que el gabinete británico había dudado la posibilidad de paz y Churchill, brevemente, la había considerado (Stone, 2013, p. 34). De hecho, el ministro británico se encontraba en una situación similar a la que enfrentó uno de sus predecesores, David Lloyd George36, en 1918, cuando los alemanes le plantearon los términos para derrotar a Rusia, insinuando a los británicos que se podía llegar a un acuerdo mutuo a expensas de Francia (Stone, 2013, p. 34).
Lloyd George se pensó los términos de los germanos y los rechazó, puesto que una Alemania que controlase Rusia sería insoportable. Para 1940 esta era una verdad mucho más que evidente: una paz con Gran Bretaña hubiese sido el preludio de una expansión continental de Alemania hacia el Este (Cartier, 1951, pp, 118-119). Por ello, Churchill, pese al arduo panorama que se cernía sobre Gran Bretaña, pero con el apoyo de los miembros del gabinete, se negó a aceptar cualquier acuerdo con Hitler.
El propio Hitler no pudo entender la decisión, puesto que no había sabido comprender que en aquellos momentos que la posición de Churchill se había convertido en el paradigma de la determinación más tenaz. Aun así, ofreció los términos de la paz, aunque en un tono triunfalista que suplicaba que la respuesta fuese “no” (Stone, 2013, p. 34) ¿La razón? Churchill había planteado sus objetivos bélicos: “Alemania debía devolver sus conquistas y dar garantías claras a través de los hechos de que no volvería a repetir sus crímenes” (Stone, 2013, p. 34). Siendo así, en el momento que el Führer comprendió que Gran Bretaña no capitularía o no aceptaría sus acuerdos, fue que se empezaron a estudiar medidas para eliminarla como adversario, lo cual tomó varios meses37.
Tal fue la resistencia británica que Hitler llegó a pensar que Churchill contó con el apoyo de la Unión Soviética, en ese momento era improbable que Estados Unidos entrara a la guerra, lo que le llevó a desplegar proyectos de mayor envergadura en el Este. Hitler, aseguró que solo la derrota de la Unión Soviética obligaría a Gran Bretaña a deponer su actitud: “Con Rusia aplastada», dijo Hitler a los comandantes en jefe de sus ejércitos, «se desvanecerá la última esperanza de Gran Bretaña. Entonces Alemania será dueña de Europa y de los Balcanes” (Beevor, 2012, p. 173).
Así pues, es evidente que la resolución que tomó Churchill y el pueblo inglés de seguir en solitario en la guerra, no solo repercutió en el destino de Gran Bretaña (Beevor, 2012, p. 173). Hitler, cometió el error más grande de su carrera, después de Dunkerque, llegado a la vista de las costas de la Gran Bretaña, se volvió al sur, antes de precipitarse sobre el Este para encontrar la derrota y la muerte (Cartier, 1951, p. 118).
Anotaciones finales
El abandono de Seelöwe fue recibido con alivio por los altos mandos de la Wehrmacht, pues no disponían de los medios de desembarco adecuados ni del número suficiente para tamaña empresa; mucho menos una doctrina apropiada, como el hecho de que jamás se pensó en organizar una fuerza conjunta con mando único; como precisamente hicieron los Aliados en 1944 con Overlord (Solá, 2016). No había forma de ganar con una invasión, por lo que un tratado de paz u acuerdo era lo más factible, aunque esto resultó imposible. La única opción fue sofocar al Reino Unido para obligarlo a capitular, cosa que tampoco funcionó.
Finalmente, cabe destacar el juego de guerra (Wargame) realizado por la RMA Sandhurst (Real Academia Militar de Sandhurst) y el Bundeswehr (fuerzas armadas unificadas de Alemania) en 197438, en el cual se desarrolló la Directiva No 16 “Seelöwe” de la forma más fidedigna posible, a excepción de que se les dio a los alemanes varias ventajas de las cuales no disfrutaron en 1940: 1- La Luftwaffe se concentró en seguir atacando los aeródromos en lugar de bombardear ciudades de día; 2-se retrasó la participación de la Home Fleet y; 3- se simplificó la organización de la flota de transporte.
¿El resultado? la operación resultó en un fracaso ¿Las razones? Ya las hemos visto a lo largo del escrito: dominio del mar, dominio del aire y condiciones climáticas adversas. Estas condiciones trajeron tras de sí, que los efectivos germanos no representaran un número significativo en la cabeza de playa, al igual que los equipos y municiones, lo que conllevó al acorralamiento de las fuerzas germanas por las fuerzas británicas, lo que desembocó en su evacuación y retirada. De 90 mil tropas desembarcadas, solo 15 mil consiguieron volver a Europa continental.
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Autor
Licenciado en Ciencias Sociales, docente de Historia en la educación básica primaria y secundaria, y educación media en Colombia. Editor y redactor en Guerra Total.
Notas al final
- Hay que aclarar que esta es una fecha arbitraria para definir temporalmente la batalla, puesto que no hubo un punto de inicio y final claro.
- Kieser (1997) menciona que fue desarrollado por el contraalmirante Kurt Fricke y el capitán Hansjürgen Reinicke.
- En el momento de redactar el borrador del estudio, no se disponía aún de Noruega, Países Bajos y Francia.
- Fuerzas armadas unificadas de la Alemania nazi: Fuerza aérea o Luftwaffe, Ejercito o Heer y Marina o Kriegsmarine.
- Al mando del mariscal Gerd von Rundstedt y compuesto por el 16.º y 9.º Ejercito.
- Al mando de Wilhelm von Leeb con el 6.º Ejército (un cuerpo de ejército con tres divisiones inicialmente), liderado por el general Walter von Reichenau. El 16.º, 9.º y 6.º Ejército se encontraban en la costa francesa del Canal, entre la península de Cherburgo y Ostende (Beevor, 2012, p. 168).
- En septiembre de 1940, se decidió que solo 16.º y 9.º Ejercito participarían en la invasión.
- De acuerdo con Sola (2016, P. 420) el Estado Mayor General Imperial, preveía que los alemanes desembarcarían en un inicio 100 mil efectivos en Inglaterra: 25.000 en el S, 62.000 en el E y unos 10.000 en Escocia, Islandia y las Shetland.
- Por un lado, el Grupo de Ejércitos A, debía tomar una franja de terreno en la costa inglesa de unos 180 km de frente, comprendida entre Ramsgate y Bognor Regis, cerca de Plymouth. Allí, en la primera fase, el 16.º Ejercito, partiendo de Ostende, Dunkerque, Calais y Boulogne, desembarcaría entre Ramsgate y Bexhill, mientras que el 9.º Ejercito, partiendo de Le Havre en el estuario del Sena, desembarcaría entre Brighton y Portsmouth, apoyado por dos divisiones aerotransportadas. En la segunda fase, desembarcarían seis divisiones acorazadas con un aproximado de 650 carros que tenían ampliar el terreno conquistado. Por otro lado, el Grupo de Ejércitos B, con el 6 º Ejercito, que embarcaría en el puerto de Cherburgo, debía desarrollar un tercer desembarco en las costas de Dorchester, entre Lyme Bay y Weymouth. Este debía profundizar hasta Bristol y, en coordinación con el Grupo de Ejércitos A, desbordar Londres, lo que llevaría al Gobierno británico a negociar la paz (Sola, 2016. 419).
- Operación alemana que tuvo como objetivo ocupación alemana de Dinamarca y Noruega.
- Con la participación del 9. º y 16.º Ejercito, sin la participación del 6 º Ejercito .
- En las campañas de Noruega y evacuación de Dunkerque, así como en Creta, la Royal Navy operó con notoria inferioridad aérea, asumiendo severas pérdidas, pero cumpliendo con éxito las misiones encomendadas.
- Comprensiblemente, al momento de reducir la escolta de los convoyes, la cifra de hundimientos causados por los submarinos alemanes aumentó, pero era una decisión prudente del Almirantazgo. Inclusive, para el almirante de la Home Fleet, Bruce Austin Fraser, ésta era una oportunidad única para derrotar decisivamente a los alemanes en el mar, lo que permitiría concentrar las fuerzas, ya sin amenaza de una flota de superficie enemiga, en la protección de los convoyes.
- Algunos autores se refieren a este momento como la primera fase de Seelöwe.
- Vale aclarar, el primer enfrentamiento importante tuvo lugar antes de que comenzara oficialmente la ofensiva aérea alemana se llevó a cabo el 24 de julio, cuando Adolf Galland, al mando de una fuerza de cuarenta cazas Me-109 y dieciocho bombarderos Dornier 17, atacó un convoy en el estuario del Támesis.
- A ello también influyó que los británicos cancelaron todo tráfico marítimo por el canal.
- El Mando de Cazas fue el comando de la RAF encargado del control especializado de los diferentes tipos de aviones, como cazas, bombarderos, y de patrulla marítima. De acuerdo con Bungay, (2008), una derrota del Mando de Caza pudo significar la vía libre para una invasión o que, pese a la firmeza del gabinete de Churchill, se impusiera finalmente el punto de vista de personajes como lord Halifax. Edward Frederick Lindley Wood, 1.er Conde de Halifax, no ocultaba su idea de que Gran Bretaña había sido derrotada en tierra y no tenía nada que ganar contra una potencia continental con la cual no tenía un conflicto directo de intereses y con la que convenia firmar la paz, evitando pérdidas humanas y materiales (Bungay, 2008, p. 21-24
- Principalmente por accidentes. Los pilotos de los Me 109 operaban desde aeródromos con pistas irregulares, que habian sido improvisados en la zona del Paso de Calais, por lo que tenían bastantes accidentes. Sumado a ello. pese a que el Me-109 era un magnífico avión en manos expertas, para quien llegaba directamente de la academia de vuelo, sin horas de práctica, resultaba peligroso .
- Muy posiblemente esto respondía al modo de hacer la guerra de Alemania, el cual consistió, de acuerdo con Citino (2018), en llevar a cabo operaciones de movimientos rápidos que sorprendieran a los enemigos y cercarlos para conseguir batallas de aniquilación que destruyesen su capacidad militar.
- La táctica preferida de la RAF consistió en desplegar los Hurricanes contra formaciones de bombarderos y usar los Spitfire contra las escoltas de cazas.
- Este día “partieron de Noruega, Dinamarca y el norte de Francia un total de mil setecientos noventa aviones, entre cazas y bombarderos. Las formaciones de la Luftflotte 5.ª de Escandinavia perdieron casi una quinta parte de sus fuerzas, y no volvieron a participar en la batalla. Sin embargo, la RAF no lo celebró con júbilo, pues sus pérdidas tampoco habían sido pocas” (Beevor, 2012, p. 177) .
- Llamado así por el Comandante en Jefe del Aire, el mariscal Sir Hugh Dowding.
- Área comprendida entre Inglaterra meridional, septentrional, Anglia Oriental y Gales.
- Por ejemplo, en Coventry, el 14 de noviembre de 1940, un bombardeo de la Luftwaffe destruyó doce fábricas de armamento, la antigua catedral de la ciudad y causó la muerte de trescientos ochenta civiles. Este ataque, ya estaba planificado con anterioridad, por lo que no puede verse como una represaría por el ataque británico a Berlín.
- “Visto retrospectivamente, el 21 de septiembre —el día S alemán— la meteorología fue favorable y el resto del mes propicio para el paso a Gran Bretaña, salvo el 22. En ninguno de los 11 días que necesitaban los alemanes para desembarcar sus 13 divisiones, el tiempo fue desfavorable para cruzar el Canal, pero sí en cambio en la primera quincena de octubre” (Sola, 2016, pp 428-429).
- Se necesitaban de terrenos más cercanos a las aguas inglesas y estos solo existían en Bélgica, Holanda y Francia.
- Por ejemplo, en Coventry, el 14 de noviembre de 1940, un bombardeo de la Luftwaffe destruyó doce fábricas de armamento, la antigua catedral de la ciudad y causó la muerte de trescientos ochenta civiles. Este ataque, ya estaba planificado con anterioridad, por lo que no puede verse como una represaría por el ataque británico a Berlín.
- Este mismo día, Jodl presentó un informe sobre la imposibilidad de llevar a cabo la operación a falta de superioridad naval y aérea. El 2 de marzo de 1942, redactó una Directiva indicando que, de reanudarse la operación, se darían órdenes con un año de antelación.
- “Hitler probablemente hubiese estado tentado al paso si la Luftwaffe hubiera obtenido una victoria neta” (Sola, 2016, p. 429).
- Autores como Kieser, (1997) sostienen que León Marino continuó viva como una operación posible y latente hasta 1944, cuando la Operación Overlord supuso el fin de la burocracia alemana que mantuvo el plan.
- Alfred Jodl, el 2 de marzo de 1942, redactó una Directiva indicando que, de reanudarse la operación, se darían órdenes con un año de antelación.
- Belot (1962, p. 336), “los alemanes, pese a su fama, son incapaces de comprender la estrategia desde el momento que se convierte en naval” .
- Después de que el Ejército alemán, avanzara por los Países Bajos y Bélgica y atacaran a través de las Ardenas, moviéndose luego rápidamente por la costa del Canal de la Mancha, copara a la Fuerza Expedicionaria Británica (British Expeditionary Force, BEF), el Ejército Belga y algunas divisiones del Ejército Francés, sus fuerzas motorizadas fueron detenidas a las puertas de la ciudad portuaria de Dunkerque por problemas logísticos. Aprovechando la inactividad de los alemanes, se puso en marcha la Operación Dínamo, con el objetivo de evacuar del continente a unos 45 mil hombres, pero, consiguieron evacuar a Inglaterra a 338.226 —británicos, franceses y otros aliados, aunque ciertamente al precio de abandonar el material pesado (Sola, 2016, p. 415).
- La Batalla de Mers el-Kebir fue una confrontación entre las armadas de Francia y Gran Bretaña llevada a cabo el 3 de julio de 1940, que costó la vida de 1300 marineros franceses. Esta batalla se libró en un ánimo tenso para los países aliados, pues después de la derrota franco británica, la evacuación de la BEF y el armisticio de Francia; Gran Bretaña temía que la intacta armada francesa cayera en manos alemanas. Esto llevó a la Royal Navy a atacar a su antiguo aliado en el norte de África, en Mazalquivir, Mers El Kebir por su traducción al francés (Gates, 1981).
- Las pérdidas causadas por ataques por submarinos no representaron un monto suficiente para doblegar al Reino Unido. Al final de la guerra, los U-boats logran hundir 2848 buques mercantes, con un total de 14 millones de toneladas, pero pese a este gran número, el Reino Unido no estuvo nunca cerca de ser bloqueado completamente (Busch, 1962). Realmente, la acción sirvió más bajo un carácter psicológico.
- Ministro de Gran Bretaña entre 1916 y 1922.
- Dice Cartier (1951, p. 120), el desembarco en Noruega (Operación Weserübung), demandó del Estado Mayor semanas de preparación: el plan de desembarco en Gran Bretaña demandaría meses.
- El texto completo se puede encontrar en ‘Sealion’ de Richard Cox.