La defensa del fuerte Vaux. «Las Termópilas de occidente»

“«¡Sí, la humanidad está loca!». Era lo peor que habían visto nunca, insistían algunos de los soldados de Verdún”

(Jankowski, 2016).

En la “Historia de las Batallas” pocas tienen el hito emblemático de la experiencia de una nación en la guerra como lo es Verdún. Esta, como Zaragoza en 1808 y Stalingrado en 1942-1943, adquirió la condición de leyenda. La batalla de posiciones que se libró durante diez meses (21 de febrero-19 de diciembre, 1916), la más larga de la Gran Guerra, sobre el norte y noreste de Verdún, junto al rio Mosa, confirió al lugar una grandeza y fama póstuma que envolvió a sus defensores en el aura de salvadores de la nación (Jankowski, 2016).

La Batalla de Verdún trajo consigo entre 976 mil y 1,25 millones de bajas. Los franceses perdieron muchos más hombres que sus aliados, el doble que británicos y doce veces más que los estadounidenses; tal fue la matanza que, en agosto de 1917, un conductor de ambulancia estadounidense que llegó al lugar escribió: “Verdún pasará a la historia como el matadero del mundo”, para otros representó “el símbolo casi sin parangón del horror del conflicto industrial moderno” (Jankowski, 2016, p. 32).

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Soldados franceses en su trinchera en Verdún (1916). Bain News Service

Verdún se constituyó como un arquetipo en la memoria nacional francesa, con un gran número de significados: honor, camaradería, patriotismo y sacrifico. De allí que la ciudad inspiró su propio estilo de literatura heroica en la que se mitificó al soldado que participó en ella e inspiró un gran número de relatos semificticios, además, se convirtió en el símbolo de la guerra, del fracaso trágico o del fracaso noble (Coker, 1995)

Pese a que existe un debate frente al simbolismo construido en torno a la Batalla de Verdún, su relato no deja de mostrar hechos que dejan una gran conmoción. Entre ellos, encontramos la lucha emprendida por los defensores del Fuerte Vaux, una de las fortalezas francesas alrededor de Verdún, que lucharon ferozmente por casi tres meses y soportaron un asalto alemán de siete días con gases, granadas y lanzallamas, con apenas alimento, agua y armas. Así, en este caso, nos dedicaremos a la tarea de relatar este hecho. Pero primero es importante establecer el contexto.

La Batalla de Passchendaele. «Un infierno de barro»


¿Por qué Verdún?

Después de que el plan alemán de invasión a Francia fracasara con la Primera Batalla de Marne (5 y el 12 de septiembre de 1914) y se detuviese la guerra de movimientos en la Batalla del Yser (16 a 31 de octubre de 1914) y la Primera Batalla de Ypres (19 de octubre – 22 de noviembre de 1914), ambos bandos se atrincheraron en posiciones fortificadas en una línea de casi mil kilómetros que iba desde el mar del Norte hasta la frontera con Suiza, la cual tuvo pocos cambios alrededor de la guerra.

Las ofensivas subsecuentes no habían ganado mucho terreno y el frente occidental estaba relativamente “paralizado”; para ambos bandos era imperioso cambiar la situación.  Por ello, Erich von Falkenhayn (jefe del Estado Mayor alemán) propuso una ofensiva en Verdún, una locación que había desempeñado un papel importante en la defensa del interior francés y que tenía una gran carga simbólica para el país. Sin embargo, para Falkenhayn, lo esencial no era «tomar Verdún», sino fijar las fuerzas enemigas mediante una «batalla de desgaste», en la que el mando francés se viera obligado a empeñar poco a poco todas sus reservas, donde serian «diezmadas»(Renouvin, 1990, p. 19). Para ello se necesitaba elegir un objetivo que no tenga únicamente una importancia estratégica, sino que representase un valor al cual la mentalidad colectiva, en Francia, fuera sensible (Renouvin, 1990).

Falkenhayn pensó que en Verdún, el mando francés no podría “escaparse” por medio de un repliegue parcial; se vería obligado a defender el terreno palmo a palmo, sin importar las pérdidas (García, 2013). De esta forma, no podría retirarse de la zona sin más; tendría que contestar al ataque alemán enviando refuerzos e iniciándose así una guerra de atracción, la cual derivaría en una “guerra de desgaste”, sobre la que los alemanes contaban con ventaja sobre el ejército francés, dada su superioridad en artillería y en aviación. Para el pueblo francés, Verdún poseía un significado simbólico-histórico. En consecuencia, entregarían cada gota de sangre:

Fue en Verdún donde, en el año 843 d.c, se firmó el importante tratado entre los hijos de Ludovico Pío (Luis el Germánico, Lotario I y Carlos el Calvo) nietos de Carlomagno y que tuvo consecuencias territoriales decisivas en la historia de Europa ya que esta división del Imperio Carolingio, sembraría las semillas de los futuros reinos de Francia y del Imperio Alemán (pasando Verdún a manos germanas), entre otros. Fue Verdún por tanto el lugar donde nacería Francia, el significado patriótico era elevado

(García 2013, p. 42)
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Erich von Falkenhayn en 1913. Fuente original de la fotografía desconocida.

No obstante, si Falkenhayn hubiese rastreado mejor algún hito inmemorial en el frente francés, hubiera visto tras de sí a Reims, ciudad reunida en torno a su maltrecha catedral, poblada por los fantasmas de treinta monarcas ungidos; o incluso en Nancy, un regalo que los alemanes le habían hecho a Francia después de conquistar Alsacia y gran parte de Lorena en 1871 (Jankowsky, 2016. Pp 96-97).

Tanto Falkenhayn como Joseph Joffre (Comandante en Jefe del Ejército Francés) contemplaban a Verdún como un escenario secundario, y tal vez fuerzas ajenas a su voluntad lo convirtieron en un escenario principal (Jankowski, 2016). De hecho, los alemanes hubieran podido atacar Nancy, Champagne, el norte o algún otro lugar del enorme frente occidental.

Aun así, estratégicamente hablando, la ofensiva sobre Verdún, denominada Operación Gericht, se presentaba en condiciones favorables, ya que el frente francés formaba alrededor de esta plaza fortificada un saliente que podía ser atacado en los dos flancos; y porque las tropas francesas sólo podian ser abastecidas por una vía férrea de interés local —la línea de Barle-Duc a Verdún, cuyo tránsito era muy débil (Jankowsky, 2016).

En cualquier caso, pese a estas consideraciones estratégicas resultan misteriosas, Verdún se encontró dignificada con papeles históricos que no había disfrutado antes.


La negligencia del Alto Mando Francés

En Verdún, los franceses fueron tomados desprevenidos de sus puestos cuando los alemanes atacaron en febrero de 6, principalmente por la negligencia del Alto Mando Francés, ya que, desde hacía dieciocho meses había escatimado en armas, recursos y hombres.  Así sucedió con el anillo de fuertes en torno a la ciudad, los cuales estaban en muy malas condiciones por falta de mantenimiento y, de hecho, varios estaban pensados para ser demolidos en los próximos meses.   

Por lo anterior, la situación defensiva en el sector dejaba mucho que desear, como, por ejemplo, en el caso de los fuertes Douaumont, Souville, Vaux, etc., los cuales habían sido desprovistos en gran medida de sus piezas de artillería de 75mm, los famosos “Soizante Quinze”, los cuales fueron repartidos en el Somme, donde se estaba concentrando el mayor material bélico posible (García, 2013, p. 48). Como expone Jankowsky (2016), es como si el alto mando pretendiera menospreciar lo que una vez fuera un poderoso anillo de fuertes, construido antes del cambio de siglo y mucho antes de la nueva guerra de trincheras y artillería fija, hasta que los presagios del ataque fueron inequívocos.

Joseph Joffre. Fuente original de la fotografía desconocida.

En el frente, la situación aún era más grave, los cables telefónicos no estaban soterrados y cruzaban el terreno a plena vista, razón por la cual, las comunicaciones a lo largo del frente quedaron cortadas tras los primeros ataques de la artillería alemana durante la batalla. Sumado a ello, las trincheras francesas no habían sido excavadas con suficiente profundidad, por lo que eran poco eficaces a la hora de proteger a las tropas de la artillería (García, 2013).

El culpable de esta situación fue Joffre. En su esquema Verdún no figuraba en una gran importancia estratégica, por lo que adoptó una actitud despreocupada sobre las defensas existentes en la zona. No obstante. algunos miembros de las fuerzas armadas, como el coronel Emile Driant, denunció la situación precaria de Verdún al Estado Mayor francés (García, 2013, p. 41). Pero Joffre quiso llevarle a un consejo de guerra ante lo que él consideraba una insubordinación; amargamente, Driant fue salvado por el inicio de la ofensiva alemana sobre Verdún, donde, en el segundo día de la batalla, halló la muerte (García, 2013).

Factores geográficos, militares y políticos que impidieron la victoria de Alemania en la Batalla de Inglaterra


La batalla

Pese a que, para algunos de los defensores de Verdún, así como sus atacantes, la importancia estratégica moderna del lugar era dudosa, incluso durante los meses que estuvieron defendiéndolo, Falkenhayn continuó con su plan. Creyó soberbiamente que “Francia había sido debilitada hasta el límite de su resistencia, tanto en lo militar como en lo económico” (García, 2013, p. 43); y por lo tanto, las fuerzas que Francia empeñaría en la defensa de Verdún conllevarían a su derrota. Pero para desgracia de los alemanes, Falkenhayn se equivocaba.

Para llevar a cabo su plan, Falkenhayn se basó en atraer el mayor número de tropas francesas sobre Verdún para que fueran aniquiladas por el denso fuego de artillería, para que luego, la infantería atacante alemana se encargara de adueñarse sin demasiadas dificultades de los principales puntos de apoyo; siendo así, los franceses llevarían a cabo varios contraataques que terminarían agotando su ejército.


Batalla de Verdún. Trabajo derivado de: Wikipedia, art. Bataille de Verdun
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Este plan suponía que las tropas alemanas atacantes del 5º Ejército Alemán (bajo el mando de Guillermo de Prusia, Príncipe heredero de Alemania), sufrirían mucho menos que los defensores franceses del 2º Ejército francés (bajo el mando de Philippe Pétain y más tarde Robert Nivelle). Falkenhayn esperaba que las perdidas alemanas no sobrepasen las dos quintas partes de las francesas, pero subestimó la voluntad de resistencia del enemigo y el propio alcance de su plan.

Siendo así, el 21 de febrero de 1916, los alemanes iniciaron un intenso bombardeo de artillería; entre las 7:15 y las 8:00 cerca de 1200 cañones alemanes dispararon sobre las posiciones francesas en los sectores previamente escogidos sobre Verdún, donde luego avanzarían las tropas de asalto. La violencia del bombardeo fue tal que pudo escucharse hasta a 200 km de distancia. Los franceses no tuvieron más que atrincherarse en cualquier agujero y matorral que brindara cierta “protección”.

La lluvia de proyectiles, metralla y escombros era infernal. Al respecto, un aspirante a oficial de nombre Bourdillat (como se cita en García, 2013, p. 49) describió la dureza del bombardeo del primer día de la batalla:

 “Minuto a minuto, en nuestra trinchera, el diluvio de fuego aumenta. Los árboles son arrancados, la tierra vuela hacia todas partes. Un humo agrio nos agarra la garganta. Con cada ráfaga que pasa, el cuerpo se encoge, los nervios se contraen y la respiración se hace más agitada…” Continúa diciendo; “A mi lado, el Teniente Fleury se levanta. Bourdillat – me dice – voy a ver lo que está pasando, tengo los nervios tan tensos que prefiero moverme. ¡Es una imprudencia increíble!, no abandone su agujero mi teniente – le digo-. Los obuses nos pasan tan cerca que es una locura. Es igual –me contesta-, prefiero andar un rato. Apenas se ha alzado sobre el borde de la trinchera cuando un obús le arranca la cabeza… Me quedo mirando estúpidamente el trozo de mandíbula inferior, que es la única parte de su cabeza que sigue unida al cuerpo, mientras que su cuello abierto arroja en la trinchera una mezcla de sangre, de médula… Es espantoso”

En la primera fase de la batalla, del 21 de febrero al 10 de marzo, los ataques alemanes obtuvieron los resultados esperados, alcanzaron los principales puntos de apoyo franceses: el fuerte de Douaumont (en la orilla derecha del Mosa) fue capturado en los primeros días de la batalla, así como la Mort-Homme (La elevación más importante de la ribera izquierda del río Mosa) y el bosque de Avocourt en la orilla izquierda (Renouvin, 1990. p.19).

Cadáveres de soldados franceses en Mort-Homme. Fuente original de la foto desconocida.

El escenario era terrible. Llovía intensamente, el suelo era un barrizal tan profundo que los proyectiles disparados por los cañones se enterraban sin explotar (R.D.G, s.f). Los soldados debían luchar para avanzar metro a metro, al descubierto y sin protección de ningún tipo. Las ametralladoras aniquilaban compañías enteras. No había suministros de comida o agua potable durante días y los heridos no podían ser evacuados (García, 2013).

El 25 de febrero se organizó la defensa en torno a Verdún bajo el mando de Philippe Petain, a quien Joffre puso a cargo. Durante 2 meses los franceses lanzaron alternativamente contraataques, generalmente inútiles.  Aún así, para las semanas de marzo y abril, los ataques alemanes fracasaron una y otra vez:

Por lo general, extenuados o diezmados por sus repetidos ataques sobre la aldea de Vaux, las colinas de Le Mort-Homme o la Cota 304, el bosque de Corbeaux o el bosque de Avocourt, los alemanes retrocedían y se aferraban a las miserables ganancias que hubieran obtenido estacionándose donde podían, en las laderas de los cráteres, en bosques arrasados y en sótanos sembrados de escombros. «¡Así no entraremos en Verdún hasta 1920 como muy pronto!

(Jankowski, 2016, p. 120)

Los fuertes

En junio inició la segunda fase de la batalla: la más crítica de todas (Renouvin, 1990). Pese a que los alemanes habían asegurado provisionalmente Mort-Homme y la colina cercana “Cota 304”, aún era necesario avanzar hacia Verdún, para lo que se debían tomar las últimas posiciones francesas: Fleury, Thiaumont, Souville y Vaux (Renouvin, 1990. p.19).

Verdún y sus fuertes. Trabajo derivado de: site 87dit.canalblog.com

Los fuertes de Douaumont, Thiaumont, Souville, Vaux y demás, habían sido construidos a finales del Siglo XIX como parte de un reducto defensivo; algunos fueron mejorados, como Vaux, a cuyo techo se le agregó una capa de 2,5 metros de hormigón, además, en 1911 fue “modernizado”. Empero, para 1915, el ejército francés no consideraba importantes estos fuertes para la defensa del frente, por lo cual fueron desarmados, como pasó precisamente con Douaumont en agosto de 1915, cuando fue desmantelado y casi abandonado, además de que estaba programado para ser destruido el 26 de febrero de 1916.

El campo de batalla de la playa de «Omaha»

En el caso de Vaux, la fortificación representaba poco más que un alojamiento para las tropas de transito durante la batalla, razón por la cual fue casi desarmado de sus piezas de 75 mm y su guarnición fue reducida de 150 a 60 efectivos, a los cuales no les interesaban las obsoletas artes de defender una fortificación militar. En febrero de 1916 un teniente se encontró con que Vaux y en su sector circundante no había obras de fortificación ni refugios ni ametralladoras; solo había un poco de alambre de espino, además él y su compañía encontraron la misma “terra incognita” en Douaumont (Jankowski, 2016, p. 735). También se habían abierto las esquinas noreste y noroeste, como invitando al enemigo a entrar e incluso, con el objetivo de evitar que cayese en manos enemigas, se planeó volarlo. Sin embargo, la intervención de Pétain hizo que dichos planes se desestimasen.

Vista aérea del Fuerte Douaumont antes de ser destruido durante la Batalla de Verdún. Transféré du wiki fr sur Commons par historicair

Vaux

El 1 de junio inició la última ofensiva alemana de gran escala, de nombre en clave “Copa de Mayo”, con cinco divisiones (1er Cuerpo de Ejército Bávaro y los Cuerpos de Ejército de Reserva 10º y 15º), cerca de 60 mil hombres y 10 lanzallamas pesados. Para avanzar hacia Verdún, era necesario tomar las últimas posiciones francesas alrededor de Verdún (Fleury, Thiaumont, Souville y Vaux), las cuales, una vez eliminadas, abrirían el camino hacia la victoria total.  El ataque tuvo un rápido avance, por lo que el asalto sobre Vaux se adelantó al día 2 de junio.

Ven y Mira: Locura, ruido, rostros.

Vaux estaba situado estratégicamente en la orilla derecha del Mosa, a unos 300 metros de altitud; y pese a que era más pequeño que Douaumont, había resistido durante tres meses duros bombardeos alemanes. Para esta fecha, contaba con quinientos efectivos, la mayoría procedentes de otras unidades que habían retrocedido de sus posiciones ante el empuje alemán. Entre ellas estaban, la 6ª compañía y una compañía de ametralladoras, ambas pertenecientes al 142º regimiento de infantería, así como soldados supervivientes del 101º regimiento, médicos y algunos artilleros (García, 2013, p. 11). Además, el fuerte contaba con cuatro palomas mensajeras y con un tanque de agua o una cisterna principal en la que había 5 mil litros de agua, lo suficiente para resistir el cerco alemán.

Modelo del Fuerte Vaux. Roads to the Great War

La guarnición estaba bajo el mando del soldado veterano Sylvain Eugène Raynal, quien había comandado el 7º Regimiento de Tiradores Argelinos y había sido condecorado con la Legión de Honor, la más importante de las distinciones francesas. Raynal quedó fuera de servicio activo por las heridas sufridas en combate. Sin embargo, ante la falta de oficiales experimentados, el Estado Mayor francés decidió que aquellos sujetos que, por heridas o por edad de servicio, y que no fueran útiles en primera línea, ocuparan cargos en posiciones estáticas, como fortificaciones (García, 2013). Así, Raynal se presentó como voluntario y se hizo cargo de la defensa del Fuerte Vaux.

Sylvain Eugène Raynal. 1930. Conmemoración Batalla de Verdun. Dominio público

“Las Termopilas de Occidente”

Antes de seguir adelante conviene saber que, cuando la batalla de Verdún llevaba tres días, el diario francés L’Echo de París recordaba las proezas pasadas de Verdún, cuando, en 1914, el ejército del príncipe heredero había intentado en vano abrir una brecha por la región de Argonne: “les Thermopyles de la France”, como les llamó el general Charles Dumouriez (Jankowski, 2016, p. 348). El siguiente día, el diario, de la mano de Maurice Barrès, mencionaba “El Argonne y Verdún parecen siempre las Termópilas de Francia”. Ahora la antigüedad surgía por el Este. (Jankowski, 2016, p. 349).

A mediados de marzo, ya en plena batalla, el general Petaín hizo alusión a la frase de Dumouriez en una conversación con un oficial griego “tenemos nuestras propias Thermopylae… en Vaux”; a diferencia de Douaumont, Vaux había resistido los asaltos alemanes desde el inicio de la batalla, ante lo cual Petain agregó, “Nosotros no seremos aplastados como Leonidas” (Jankowski, 2016, p. 350). En junio, André Suarès, el poeta y ensayista, dedicó una oración poética a los muertos de Verdún: “Aquí está el desfiladero de los siglos y de Europa, / las Termópilas de Occidente…”; esta fue una guerra entre el “espíritu de la patria” y el “espíritu del imperio” (el esprit de patrie y el esprit d’empire) agregó un profesor en el Collège de France en diciembre de 1916, haciendo referencia a las ambiciones imperialistas de Jerjes (Jankowski, 2016, p. 350).

Collection Patrie, éditions Rouff. L’Épopée du fort de Vaux, Georges Beaume, 1917.

Sin embargo, la Batalla de Verdún y el fuerte Vaux no cuadraban bien con las Termópilas, en la que los defensores habían impedido la entrada a un adversario superior, tanto en número como en riquezas. Allí, Jankowski, (2016) expone, para que ambas leyendas funcionaran, oleadas de espartanos habrían tenido que lanzarse en inútiles y autodestructivos ataques contra los invasores persas mientras estos aguardaban detrás de sus recién conquistadas alturas, a través del frío cálculo del terreno ganado, los proyectiles disparados y las vidas perdidas.

Concedido todo eso, pese a que el fuerte había planeado volarse y se había dejado prácticamente desarmado, Petain y el mando francés estaban decididos a defender Verdún; las nuevas órdenes eran claras, Vaux debía de resistir a toda costa. Empero, la resistencia no iba a ser fácil, el fuerte ya llevaba tres meses de lucha y la guarnición había sido víctima de duros bombardeos, uno de ellos, antes del 2 de junio, había conseguido volar su única torreta artillada, armada con un “soixante quince”.  Pese a que Petain había ordenado rearmar el fuerte con cañones de 75 mm y “boîtes à mitraille” o “racimo de metralla”, por problemas de circulación la orden no había llegado a concretarse.


El asalto alemán

 A finales de mayo, la luz de la luna bañaba las laderas del paisaje en torno al fuerte de Vaux, el cual había sido “iluminado” por la artillería alemana y que estaba plagado de cadáveres retorcidos. Un soldado alemán describió el paisaje como “fantasmal” y un recluta francés lo llamó “el rincón más horriblemente devastado del frente” (Jankowski, 2016, p. 761). Este pudo parecer a la superficie lunar si no fuera por los escombros, cadáveres, restos de fortificaciones y la apenas visible vegetación que los cubría: “un espectáculo a la vez demoníaco y exótico” (Jankowski, 2016, p. 76).

File:Sylvain Eugène Raynal-croquis du Fort de Vaux.jpg - Wikimedia Commons
Plano del fuerte Vaux trazado por Sylvain Eugène Raynal. Dominio público.

El 1 de junio la artillería alemana había machacado incesantemente el fuerte Vaux, los proyectiles de 500 kilos que cayeron sobre el fuerte arrojaban bloques de cemento de en un radio de 4 a 5 metros y sacudían a los defensores franceses con vibraciones semejantes a las de un gigantesco martillo. El hormigón cantaba, las trampillas saltaban para luego caer de nuevo en sus bisagras, el ambiente estaba plagado polvo y escombros que llenaban el aire (Jankowski, 2016).

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Los franceses allí resguardados sabían que la artillería era solo una llamada a puerta que debía ser derribada por las tropas de asalto, por lo cual se prepararon a recibir cordialmente a sus visitantes (García, 2013). Siendo así, en la mañana del 2 de junio, dos batallones alemanes se dispusieron a asaltar la fortificación, empezando por los fosos del fuerte. Inicialmente, los combates se dieron en torno a los cofres o bastiones, casamatas y fosos que los franceses defendían ferozmente. En los cofres, ubicados en el flanco nororiental y noroccidental, los defensores habían emplazado nidos de ametralladoras que barrieron las primeras avanzadas enemigas.

Fuerte de Vaux después de los bombardeos alemanes. Fuente original de la foto desconocida.

Las bajas entre los alemanes eran altas. Poco a poco, en los fosos se formaron pequeños grupos de atacantes que se esforzaban por colocar cargas de demolición sobre los cofres. Aunque, a pesar de los contraataques de Raynal y el valor de los soldados franceses, al final de la tarde el foso y los cofres (el nordeste defendido por el capitán Tabourot -segundo al mando en el fuerte- y el noroeste por el soldado Cahuzac -todos sus superiores habían caído en su sector) habían sido puestos fuera de combate (García, 2013).

En la noche, los franceses intentaron tapar las brechas (la artillería había abierto cuatro posibles entradas al interior y había siete accesos más) y los túneles que podían ser utilizados por los alemanes con sacos terrenos, no con el fin de impedir la entrada de los alemanes, sino para convertirlas en una trampa (Bernède, 2016). Cuando los alemanes entraron al fuerte se dio una lucha desesperada cuerpo a cuerpo con granadas, cuchillos y mazas, mientras retumbaba todo Vaux.

Al interior de Vaux se luchaba otro tipo de guerra: en los túneles y grutas de no más de 1.5 metros de alto no había planes de batalla, ni honor, ni caballerosidad. En estas zonas tétricas y oscuras lo único que importaba era la supervivencia, toda actividad humana sucumbió ante la naturaleza más primitiva; franceses y alemanes se reunieron en una lucha infernal. Bien, como resalta Algis Valiunas (s.f), en la guerra, al igual que en la hambruna o la peste, hallamos la base terrenal de las visiones infernales.

The Forts of Verdun Part Three
Interior del Fuerte Vaux. Fuente original de la fotografía desconocida.

Una defensa desesperada

Para el tercer día de asedio, los alemanes llevaron cabo varios intentos para tomar al corazón de la fortaleza, mientras la artillería francesa barría el fuerte para intentar desalojar a los atacantes, esta fue solicitada por palomas mensajeras enviadas por Raynal (Bernède, 2016). Según algunas fuentes, durante el asedio, la artillería -tanto alemana como francesa- golpeaba el exterior de la fortaleza a un ritmo de casi 2 mil proyectiles por hora.

1GM] La heroica resistencia francesa del fuerte Vaux -... en Taringa!
Posiciones alemanas en el sur de la fortaleza de Vaux. 1916. Fuente original de la foto desconocida.

Raynal, para aliviar la presión en los túneles ordenó varios contraataques que lograron recuperar provisionalmente el sector occidental del fuerte. Los alemanes, ni con la utilización de lanzallamas (inefectivos por su gran tamaño en los túneles) ni con gases, consiguieron avanzar hacia los túneles que daban acceso al centro de la fortaleza (Bernède, 2016). Desesperados, decidieron asfixiar a los defensores de Vaux y vertieron líquidos inflamables por los respiraderos, los cuales levantaron una nube negra de humo al interior de la fortaleza (Bernède, 2016). Los franceses se colocaron sus máscaras antigás y cuando los alemanes se dispusieron a entrar fueron barridos por ametralladoras.

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Como si la situación no pudiera ser peor, Raynal hizo un terrible descubrimiento: se habían quedado sin reservas de agua; la escala de medida de la cisterna estaba estropeada y había dado datos erróneos.  Además, aunque todas las noches voluntarios traían agua en latas desde el túnel de Tavannes (hacia parte de la línea ferroviaria Verdun-Metz) y el bosque Fumin, la cual solo alcanzaba para que los hombres bebieran durante 30 segundos cada tres horas, el nudo corredizo ya había sido cerrado por los alemanes (Bernède, 2016). Con la cisterna sin reserva, la fiebre barrió el fuerte y lo llenó de balbuceos, alucinaciones y sueños en los que los hombres veían correr agua por las paredes del fuerte (Jankowski, 2016).

Soldados alemanes yacen muertos al interior del fuerte Vaux. “Les Combats du Fort de Vaux.». Junio 1916.

La situación era desesperada, Raynal necesitaba refuerzos, así que el 4 de junio envió una paloma al fuerte vecino Souville. Quien llevó el mensaje fue la famosa paloma «Le Vaillant» que, atravesando fuego de fusil y gases venenosos, logró entregar –asfixiada y casi muriendo-  el último mensaje escrito de Raynal:

Nosotros todavía resistimos, pero estamos bajo el ataque de humos muy peligrosos. Es urgente que nos liberen. Enviamos comunicación óptica a Souville, que no responde a nuestras llamadas. Esta es mi última paloma. Raynal.

(Bernède, 2016).

Ante la falta de respuesta, entre el 5 y 6 de junio un grupo de voluntarios salió hacia las líneas francesas para informar de la situación, uno solo consiguió entregar el mensaje y regresar sano y salvo e informó que el próximo día, 7 de junio, el Alto Mando francés planeaba lanzar un contraataque con el fin de socorrer Vaux (Bernède, 2016).

Paloma «Le Vaillant». Al fondo puede apreciarse la nota original enviada por Raynal y, justo al frente, su transcripción.

La rendición

Ante la repuesta del Alto Mando francés, los defensores de Vaux tuvieron un atisbo de esperanza, confiaban en la posibilidad de salir victoriosos, aunque ninguno se atrevió a manifestarlo públicamente. Estaban demasiados cansados, su mente y cuerpo habían sido sometidos a una tensión inimaginable tras los brutales ataques y las luchas encarnizadas en un entorno oscuro plagado de muertos y heridos (García, 2013).  El polvo y el humo causado por los alemanes generó mareos e irritó la garganta de los defensores, causando que no pudieran respirar correctamente y la falta de agua no ayudaba mucho. Un teniente alemán que pasaba entre Fleury y Souville, llegó a decir: “Apestaba a cloro y sudor, a ropa mojada, a pólvora y letrinas, a vendas chamuscadas y ácido carboxílico, a mortero húmedo y madera carbonizada” (Jankowski, 2016, p. 707).

Un soldado francés en una de las entradas del fuerte. 1916. Fuente original de la foto desconocida.

Igualmente, un capellán francés en Vaux observaba los cuerpos recostados unos encima de otros a la luz de la lámpara de queroseno y un Poilu, percibía el olor a sangre en las escaleras y pasillos donde yacían los heridos (Jankowski, 2016).  En todas partes, en los fuertes, en las trincheras y en las fosas, riachuelos de humedad corrían por las paredes y en el suelo se convertían en un barro que llegaba hasta los tobillos (Jankowski, 2016).

Al día siguiente, inició el contraataque francés sobre Vaux con tres compañías con cerca 160 hombres, pero este fue repelido por los alemanes, consiguiendo ocasionar fuertes pérdidas en los franceses, solo sobrevivieron 22 hombres (Bernède, 2016). Ya sin esperanza y viendo que la resistencia era inútil, Raynal, sin agua, sin apenas comida, con pocas municiones y con una gran cantidad de heridos, decidió rendirse el 7 de junio, evitando así más sufrimiento para sus hombres. 

Así, el 7 de junio de 1916, los supervivientes se entregaron a sus enemigos, de quienes recibieron honores ante tal proeza. El propio Príncipe heredero (Kronprinz) felicitó personalmente al comandante Raynal ante el valor demostrado en la defensa de Vaux y le entregó una espada capturada de otro oficial francés.

Rendición francesa en el fuerte Vaux. 1916. Fuente original de la foto desconocida.

El desenlace de Verdún

Pese a todo, los defensores de Vaux mantuvieron a raya a los alemanes hábil y tenazmente y solo se rindieron durante el asalto final, debido a que su ejército no podía hacerles llegar suministros o liberarlos: fue la sed, en lugar de los lanzallamas, los explosivos y el gas venenoso de los zapadores alemanes, lo que les costó a los franceses el fuerte de Vaux (Jankowski, 2016).

Los defensores del fuerte Vaux. Ejercito Frances, 1916. Dominio público.

El fuerte de Vaux se tomó el 7 de junio; el 11 de junio cae el punto de apoyo de Thiaumont; y el 23 de junio el fuerte de Souville; el último centro de resistencia que cubre Verdún, se encuentra amenazado (Jankowski, 2016).  Sin embargo, Falkenhayn se resigna a suspender el ataque, pues se espera una ofensiva franco británica en el Somme para julio, así pues, reduce los efectivos que había alineado frente a Verdún (Renouvin, 1990). No olvidemos también que, el 4 de junio el Imperio Ruso, a quien Falkenhayn creía fuera de combate, puso en marcha la “Ofensiva Brusilov” sobre la región de Gallizia. El objetivo de esta ofensiva era aliviar la presión germana sobre Verdún, obligándoles a trasladar tropas al frente oriental.

Pero no fue la ofensiva Bruzilov ni del Somme la que selló el destino de miles de alemanes en Verdún, el propio Falkenhayn en su soberbia, era una persona vil que poco le importaba la vida de sus soldados, no alcanzó a comprender el alcance de sus movimientos. Su principal error fue la contradicción que entrañaba su plan, pues el objetivo de la Operación Gericht no era la toma de Verdún, pero se dispusieron medidas para ello.

Una burla lo llevó a la guerra; y luego, a la presidencia de Colombia: la guerra de los supremos

El fin último de esta operación era atraer el mayor número de tropas francesas, desangrando al Ejército francés. Sin embargo, Falkenhayn cavó su propia tumba y la de miles de alemanes, puesto que subestimo la voluntad de resistencia francesa. En efecto, si para conseguir atraer el mayor número de tropas francesas sobre Verdún era necesario sacrificar a gran parte del Ejército Alemán, Falkenhayn estaba dispuesto a ello.

La «estrategia de desgaste» había fracasado. Las pérdidas alemanas, que habían sido previstas de dos quintas partes de las francesas, habían herrado los cálculos, puesto que las bajas alemanas ascendían, para finales de junio, a unos 240.000 hombres, mientras que el ejército francés había perdido 275.000.

Ruinas del fuerte Vaux. 1916. Fuente original de la foto desconocida.

Las posiciones en contra de Falkenhayn en el Estado mayor alemán afloraron, el príncipe heredero Guillermo, quien comandaba el 5º Ejército alemán sobre Verdún y que pasó a ser conocido en Alemania como el “El Risueño asesino de Verdún” acabó dándose cuenta de la inutilidad y el enorme gasto en vidas humanas que entrañaba la estrategia y envió misivas a su padre, el Káiser Guillermo II, pidiéndole que cesara los ataques alemanes en Verdún.  A esta idea acabaron uniéndose Erich Luddendorf y Paul von Hindenburg; que ya desde un principio tenían sus reservas frente al plan de Falkenhayn.

Para los alemanes, la ofensiva no llegaría a su fin hasta agosto de 1916 tras la destitución de Falkenhayn y la llegada de Hindenburg al frente. Empero, desde finales del verano, en Verdún, la oleada de soldados se movía hacia el lado contrario y el panorama cambiando. Los franceses planificaron y organizaron varias ofensivas parciales que dejaron poco espacio al azar y permitieron recuperar Douamont en octubre, Vaux en noviembre y las posiciones vecinas en diciembre. A final de 1916 habían recuperado, más o menos, el terreno perdido ante los alemanes sellando así su victoria; «en una batalla de desgaste, el defensor gana cuando queda en tablas» (Jankowski, 2016).

Capture of Fort Vaux | World War I Crossroads | H-Net
Una de las entradas del Fuerte Vaux. Fuente original de la Fotografía desconocida.

Bibliografía

  • Bernède, A. (2016). Le drame du fort de Vaux : Journal du commandant Raynal, de la réalité à la légende. SOTECA.
  • Bordeaux, H. (1917). The Last Days of Fort Vaux, 9 March – 7 June 1916. (P. V. Cohn, Trad.) London,: Nelson.
  • Garcia, J. (2013). Verdún 1916. Una oda al infierno. Historia Rei Militaris(6), 39-51. ISSN nº 2254-7681
  • García, J. (2013). Verdún 1916. Una oda al infierno. parte 2. Historia Rei Militaris, 6-14. ISSN nº 2254-7681
  • Jankowski, P. (2016). Verdún 1916. Crónica de la batalla más célebre de la Primera Guerra Mundial. La Esfera de los Libros.
  • Renouvin, P. (1990). La Primera Guerra Mundial. Barcelona: Oikos Tau.
  • R.D.G (s.f) Verdún 1916: La Antesala del Infierno.
  • Valiunas, A (S.f). Fuego desde el cielo. Obtenido de: http://mobiroderic.uv.es/bitstream/handle/10550/46240/63-70.pdf?sequence=1&isAllowed=y

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