Erwin Rommel y su manejo de la logística durante la campaña del Norte de África
«Los aficionados hablan sobre tácticas, los profesionales estudian logística» Robert H. Barrow,
Uno de los mitos más expuestos de la segunda guerra mundial, habla de que, desde el punto de vista militar, Rommel fue uno de los mejores generales de la Wehrmacht; y que tuvo un notable manejo de las operaciones en el Norte de África, comandando el Afrika Korps de forma prodigiosa, Pero ¿realmente fue así?
Lo cierto es que este mito surge por la propaganda alemana; y fue alimentado en la posguerra por escritores británicos, como Bassil Lidel Hart y J. F. C. Fúller, esto, a modo de exagerar las acciones de su propio país y elevar su propio genio, así como justificar la incompetencia y mediocridad de los mandos británicos.
Para tratar este tema con detenimiento, en este escrito nos centraremos en un aspecto fundamental del arte de la guerra: la logística, la cual, en términos militares consta del proceso de proporcionar, a las Fuerzas Armadas los medios de personal, los materiales y los servicios necesarios para satisfacer en cantidad, calidad, momento y lugar adecuado a las exigencias de la guerra.
Desde el punto de vista logístico, la historia militar ha dependido cada vez más de los suministros enviados desde sus fuentes, que del terreno en el que se combate. Y esta tendencia vio su ejemplo más claro en la campaña del Norte de África. Allí cada bala, litro de combustible, gota de agua y lata de alimentos debía enviarse desde Alemania hasta Italia, embarcarse a Tripoli, desembarcarse, y de allí enviarse al frente en camiones.
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Habiendo dicho esto, primero debemos preguntarnos ¿cuál era el objetivo de Alemania en África? coloquialmente hablando, era el de evitar la derrota de su aliado italiano en Libia; e impedir que los británicos entrasen en contacto con las colonias francesas en el Magreb y al Sur del Sáhara. Pero África, por, sobre todo, era un área de influencia italiana. Así que meterse allí para algo más que ayudar, sería afectar los intereses de su aliado.
Hay que recordar, que el principal teatro de Alemania era el Este y su guerra con la Unión Soviética. En realidad, para la Wehrmacht, la debacle italiana en Libia no era un asunto prioritario; y la colonia italiana de Cirenaica tenía muy poco valor estratégico, al tiempo que Gran Bretaña, desde la derrota de Francia, era poco más que una molestia.
Por esto, desde enero de 1941, en África se encontraba una unidad conocida como Sperrverband Libyen, o Destacamento de Bloqueo Libia, cuya misión era defender la Tripolitania italiana. En febrero, esta se reforzó con el 5º Regimiento Panzer y otras unidades menores, y se denominó 5ª División “Ligera”; una división panzer con un solo Regimiento de Carros y, por expreso deseo de Hitler, a su frente se destinó a Erwin Rommel.
Este era un comando esencialmente táctico y, por ende, Rommel debía situarse a órdenes de los italianos bajo el mando del general Italo Garibóldi, quien tenía el mando estratégico. Así, la tarea de Rommel era apoyar las operaciones italianas, formándose en torno a la línea defensiva italiana, limitándose meramente a la tarea de proteger la Tripolitania. De esta forma, debía servir como una reserva móvil que contraatacaría, en caso de que atacasen los británicos, con un radio de acción máxima de 480 km.
Al tener un mando táctico, Rommel no tenía la facultad de emprender ofensivas sin autorización de los italianos, y de hecho, tampoco la tenía del alto mando alemán. A esto hay que agregar algo: según los estudios e informes de Wilhelm Ritter von Thoma, quien fue enviado a Libia a juzgar la situación previa a la llegada de Rommel, se dedujo que Alemania solo sería capaz de abastecer tres divisiones en este teatro, en una coyuntura operacional defensiva, ya que los puertos en Libia no estaban dimensionados para abastecer a un gran contingente de tropas. Rommel, obviamente, lo conocía.
En mayo de este año,1941, por presión de Rommel, se agregó la 15° División Panzer, formando así, propiamente, el Afrika Korps. Aunque aquí hay un debate, pues al sumarse una nueva división, pasó a formar una unidad de tamaño Cuerpo, convirtiendo el mando de Rommel en un mando operacional, no táctico. Allí, sus alcances son mayores y se supone debe tener componentes de apoyo como para ser «un ejército en miniatura», pero eso no quita que, en su papel y asignaciones, tenga que estar subordinado a Garibóldi que comandaba un ejército, que para ese frente era una unidad estratégica.
En esta coyuntura, a Rommel se le dieron los recursos necesarios para abastecerlo dentro del espacio que le habían asignado defender. Estos recursos llegaban a Trípoli, capital de Libia, ciudad que tenía el único puerto capaz de operar simultáneamente y que podía recibir a los barcos mercantes que aprovisionaban a las fuerzas del Eje en África en el momento.
La capacidad portuaria de Tripoli era de 45.000 toneladas de descarga de suministros al mes, entre combustible, munición y avituallamiento. Ese era el número máximo de descarga, no importaba si se hunden o no barcos en el trayecto, si hay ataques aéreos, si Malta es capturada o no, si la Royal Navy se retira del Mediterráneo o si el frente está a 100kms de distancia o 1000kms; el puerto no puede descargar más tonelaje. Agrandar o reacondicionar el puerto para más carga tomaría años de planificación y construcción, además de usar parte de las 45.000 toneladas disponibles para descargar maquinarias, grúas, ingenieros, obreros, etc.
Ahora, una División de Infantería alemana en combate requería unas 5.000 toneladas de suministros mensuales, 160 toneladas por día; mientras que una división acorazada 10.500 toneladas mensuales, 350 por día. Como se mencionó, Rommel recibió en un principio el mando de la 5° Leichte Division; ya por el lado italiano había 5 divisiones, que estaban mucho menos mecanizadas. Para esto, las 45 mil toneladas recibidas en Trípoli daban abasto. Hay que resaltar que estas eran repartidas entre los italianos y los alemanes, aquellas que quedaban eran para la marina, otras para la Luftwaffe y otras para la retaguardia.
Debemos preguntarnos ¿Llegaban todas estas provisiones? Suele mencionarse que la mayoría o un gran número de barcos de la Marina italiana, encargada del aprovisionamiento del Eje en África, eran interceptados por las fuerzas británicas apostadas en Malta, pero, esto no es cierto. Durante los primeros meses de la campaña en África, las pérdidas italianas de sus envíos no superaron el 9% en su momento más difícil, y el total de convoyes exitosos de Italia entre 1940-1943 fue de entre el 89 y 94%.
Entonces ¿Cuál fue el problema? Este empezó en marzo de 1941, cuando Rommel se aleja, contra sus órdenes, de sus abastecimientos, con el objetivo de emprender una acción ofensiva contra las tropas británicas. Esta acción le llevó a capturar Tóbruk y le hizo llegar hasta el Alamein. No obstante, esto cambió la coyuntura operacional del frente con efectos ampliamente negativos.
Ya para finales de marzo, el general alemán Frank Halder, jefe del Estado Mayor del Alto Mando del Ejército, le ordenó a Rommel que permaneciera en Marsa el Brega, que había capturado ese mismo mes. Pero Rommel ignoró la orden, y siguió avanzando en camino hacia Tóbruk; capturando sus enclaves medios, como la ciudad portuaria de Bengási el 3 de abril.
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Como un paréntesis, las victorias sobre los británicos se debieron a que los británicos conocían de antemano los planes oficiales alemanes, debido a haber descifrado Enigma. Allí, el factor sorpresa jugó como un Multiplicador de Poder, pues la capacidad táctica de Rommel, basó su éxito para conseguir la sorpresa táctica, atacando puntos que sus enemigos dejaban vulnerables al juzgarlos como inatacables.
Retomando, no obstante, su superior inmediato, Garibóldi, también ordenó detener el avance. Pero Rommel aprovechó un ambiguo mensaje de Hitler del 4 de abril, para considerarse autorizado a avanzar; y apropiarse, además, del mando de todas las unidades en el frente de combate, incluidas las italianas.
Así, en esas fechas, sucedió algo que fue una constante para Rommel en África: sus oficiales le informaron que el combustible se agotaba, por lo que, si continuaban avanzando, las tropas quedarían paralizadas por al menos cuatro días, pero no era porque no hubiese combustible. ¿La razón? Rommel no había planificado y no informó a sus oficiales de suministros de sus intenciones, y por esto no se habían establecido depósitos de combustible.
Por si fuera poco, le exigió a Hitler más efectivos, a lo cual el dirigente alemán le contestó dos cosas: primero, que el resto de la 15° División Panzer estaba en camino; y segundo, que se ciñera inmediatamente al plan. La Wehrmacht no podía permitirse más recursos en un escenario prácticamente secundario, menos a puertas de iniciar la Operación Barbarroja. Así, Rommel crea un problema, extralimita sus órdenes y sus funciones; asumiendo un mando fuera de sus facultades y tras el hecho, solicita más tropas, limitando enormemente la capacidad logística del Eje en el Norte de África.
El avance de Rommel continuó hasta el momento de asediar Tóbruk, en cuyo primer intento de tomarlo fracasó. El mando alemán no entendía cuáles eran las intenciones de Rommel, más conociendo la situación estratégica de Alemania. En consecuencia, fue que enviaron a Friedrich Paulus, que por entonces era el jefe de la Rama de Operaciones de Alto Mando del Ejército, para que analizase la situación de primera mano. Paulus llegó el 25 de abril a África y le ordenó a Rommel que dejase de lanzar ataques directos contra los británicos que resultaban muy costosos en material y vidas.
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Para este momento los suministros ya eran insuficientes, incluso para las operaciones diarias y solo la mitad de la necesaria para operaciones ofensivas ¿Qué sucedía? Para responder esta pregunta, debemos aclarar las distancias del teatro africano. Haciendo un paralelo con las distancias en Europa y la Operación Barbarroja, de Brest en la frontera oriental del Reich hasta Moscú, habían 1049 kms de distancia, los cuales podían ser asistidos en el ámbito logístico por caminos secundarios o vías férreas.
En cambio, en Libia la distancia desde Trípoli hasta Bengasi es de 1022 kms y desde Bengasi a Tóbruk hay otros 440 kms, pero aún no salimos de Libia, así que para llegar a Alejandría hay otros 690 kms de distancia, más de 2000 mil kilómetros de distancia. Este trayecto se llevaba a cabo mediante una única vía conocida como la Vía Balbia, la cual corre paralela a la costa, pero no hay caminos secundarios ni ferrocarriles que puedan llevar gran cantidad de carga al frente. De acuerdo con este ejercicio, gracias a Rommel, las fuerzas del Eje en África resultaron combatiendo en distancias aún mayores que las que combatió la Wehrmacht con dificultad en el Frente Oriental.
Pero acá sucede algo curioso. Durante la campaña africana, Rommel, en sus memorias, se quejó de que nunca recibió los camiones suficientes para suministrar su fuerza adecuadamente, aun cuando los pedía una y otra vez. Pero esto es falso, pues, junto con las divisiones de combate, Rommel recibió unos 6.000 camiones y ya los italianos estaban suministrados por otros 7.000 vehículos más.
Si se contrasta esta cifra con la cantidad de camiones que se usaron para suministrar las más de 190 divisiones que invadieron la Unión Soviética, la diferencia es enorme, puesto que, en junio de 1941 en la operación Barbarroja se utilizaron 33.000 camiones. Así, Rommel dispone de 7.000 camiones para 3 divisiones alemanas que terminaron sirviendo en África. Si se suman los pertrechos italianos, 7000 camiones para 5 divisiones, nos da un total de 13 mil camiones. Se debe recordar que, en Julio de 1941, se formó el PanzerArmee Afrika, el cual estuvo conformado por el Afrika Korps y las divisiones italianas, con Rommel a cargo,
De esta forma, las fuerzas alemanas en la Unión Soviética, tuvieron una media de 173 camiones por división, mientras que, en África, cada división casi mil. Esto es una relación de diez a uno. Así, las fuerzas bajo el comando de Rommel fueron las que tuvieron más camiones en todo el ejército alemán.
Pero, como dijimos, una división blindada, como la que los alemanes enviaron al principio a Libia, requería alrededor de 350 toneladas por día en combate, 10.500 al mes. Para transportar esta cantidad a lo largo de 482 kms, en la Tripolitania, el Alto Mando del Ejército calculó, que, para un correcto abastecimiento, aparte de los vehículos orgánicos de las tropas y excluyendo las reservas, se necesitaban treinta y nueve columnas de camiones, formada cada una por treinta camiones de dos toneladas Opel Blitz, el más empleado por la Wehrmacht en 1940. Es decir, 1170 camiones.
Esta cifra, en un principio no era un problema para abastecer a la única División que constituía inicialmente el Afrika Korps en la Tripolitania y dentro del espacio que le habían asignado defender, pero no si el frente se alejaba el doble o el triple de la distancia que eran capaces de cubrir. Así, si hablamos de la distancia de Trípoli a Marsa el Brega, 800 kms, son necesarios 1.941 camiones; de Tripoli a Bengázi, 1022 kms , 2.486 camiones; y si hablamos de Tripoli a Tóbruk, 1.462 Kms, serian 3.548 camiones.
Pero apenas Rommel llegó a Trípoli empezó a pedir refuerzos, y Hitler pasando por alto las objeciones y oleadas de protestas de Franz Haida y el estado mayor, decidió enviarle la 15ª División Blindada. Si inicialmente una división que se volvió blindada, requirió 1.170 camiones en Tripolitania, entonces el cómputo implicaría que, tan solo 3 divisiones alemanas deberían necesitar unos 10.644 camiones en su recorrido hacia Tóbruk. Pero recordemos que Rommel se apropió del mando de todas las unidades en el frente de combate, incluidas las italianas y, además, exigió otras más, dando lugar a un aproximado de 7 divisiones bajo su mando, por lo que, en Tóbruk, necesitaría más de 24 mil camiones; y hasta Alejandría, a casi 2.100 kilometros, un aproximado de 34 mil.
Pero, en realidad, la cantidad de toneladas transportadas era incluso menor, porque los propios camiones consumían combustible, tanto más cuanto mayor fuera la distancia. Un Opel Blitz, consumía 180 kg de su propia carga en 300 kms. Esto restaba 18 toneladas diarias a la carga total entregada por cada cien camiones. En un caso extremo, podrían consumir en el viaje más combustible de lo que eran capaces de transportar; llegados a ese punto, los suministros transportados se reducían a cero.
Pero aquí hay que agregar un factor, es cierto que Rommel, contando los camiones italianos, poseía 13 mil camiones. Pero estos no estaban todos disponibles, en la época, aproximadamente un tercio de los camiones estaban regularmente inoperativos por averías en Europa. En Libia, las duras condiciones del desierto y ante el gran desgaste que exigía Rommel, hacían que el porcentaje de vehículos averiados fuese cercano al 50%, dándonos entre 6.500 y 8.450 camiones operativos. Efectivamente y aquí hacemos mucho énfasis, esto no era algo desconocido para Rommel.
Por cada kilómetro avanzado, se está sumando dos kilómetros al esfuerzo logístico; el de ida y el de vuelta. Pero, si nos alejamos hasta el doble de la capacidad de los medios logísticos y estos no se ven incrementados, se reduce a la mitad la capacidad de abastecer el frente. Es decir, se recibirá la mitad de las provisiones en la misma cantidad de tiempo. Si nos alejamos al triple de su capacidad, no hay mucho que decir.
Así, los 8.450 camiones de Rommel, no daban abasto, y de las más de 40 mil toneladas que necesitaba para tener un correcto suministro en Tóbruk, tan solo podían llegar alrededor de 16 mil. Pero, acá hemos de resaltar, la disponibilidad de camiones, su capacidad de carga y demás, no era algo desconocido para Rommel, o eso queremos creer, pues resulta extraño que un comandante con las funciones que se dio Rommel no conozca los propios limites de sus fuerzas. De hecho, los equipos de trabajo que cumplían las funciones operacionales, ofrecían la información necesaria para el cumplimiento y límites de los objetivos de las acciones militares; algo que Rommel pareció ignorar. Incluso, la misma aritmética en torno a la disponibilidad, kilómetros avanzados y capacidad de transporte, no resulta algo difícil para nosotros mismos.
De este caldo de cultivo, para cuando Rommel llegó a Marsa el Brega la situación ya era difícil. Luego, en Bengázi ya era imposible. Y en Tóbruk, una auténtica pesadilla. Los medios a su disposición no le permitían llenar con efectividad la enorme brecha desde Trípoli hasta el frente. El resultado fue que los abastecimientos se amontonaban en los muelles, mientras que en la línea del frente empezaban a escasear y le eran insuficientes, incluso para las operaciones diarias, y solo la mitad de la necesaria para operaciones ofensivas, la situación era «de gran peligro cada día» y Rommel se vio obligado a vivir al día.
Y el ejercicio podría continuar hasta llegar al Alamein, a más de 2 mil kilómetros, dando cifras enormes que aterrarían a cualquier general. Incluso, aquellos oficiales que se cuestionaron las grandes distancias en la URSS, quedarían atónitos ante tal e imposible esfuerzo logístico. Pero estos grandes cálculos no resultan extraños, teniendo en cuenta que para cuando se dio la Batalla del Alamein, Rommel apenas tenía combustible.
Pero eso no afectó a Rommel, quien dio riendas a sus fantasías o quimeras: pensó que el Panzerarmee debía avanzar hacia Egipto, Alejandría y el Canal de Suez, e incluso hasta llegar al Cáucaso. Pero, desde Tóbruk hasta el Cáucaso hay más de 4000 kilómetros, más del doble de la distancia entre Varsovia y Moscú.
De hecho, lo intentó. Por ejemplo, después de capturar Tóbruk en junio de 42, organizó una nueva ofensiva hacia Alejandría y le exigió a Hitler 8.000 camiones más. En otras palabras, planeaba tener 21.000 camiones para un solo frente secundario, cuando en el Frente Oriental los alemanes utilizaron 33 mil para tres grupos de ejército, y aun peor, cuando están llevando un esfuerzo agotador por reconstruir su red de suministros y camiones perdidos en Barbarroja.
Le dicen que no es posible y el OKH o alto mando del ejército le sugiere que mantenga la posición y que el desgaste se dé en el lado británico. Una vez más Rommel ignora esta coyuntura y carga. Y es allí, a casi 1.800 kms de Trípoli, que decide dar su golpe decisivo; el resultado fue la derrota del PanzerArmee Afrika en el Alamein y con un poco más de tiempo, el colapso operacional del Eje en África.
Por estas razones y problemas logísticos, que ya se conocían, es que precisamente a Rommel se le ordenó establecer una posición defensiva en la Tripolitania, limitándose netamente a la tarea de apoyar a los italianos. Pero ¿cómo los miembros del Alto Mando de la Wehrmacht permitieron todas estás insubordinaciones? Claramente intentaron detenerlas, como con las visitas y directivas de Paulus y Halder. Incluso, Joseph Goebbles, que veía a Rommel como una figura de alto valor propagandístico, expresó en 1941: «Estamos ocupados hasta la saciedad mientras hacemos todo esfuerzo para detenerlo». Pero el favor de Hitler impidió que tuviera consecuencias mayores. Quizás el mismo Rommel pensó que su amistad con Hitler le proveería excepcionalmente de mayores recursos (que no existían) y por ello se comunicaba frecuentemente con Hitler, por vía directa o indirecta, pasando por alto a sus superiores al mando. Hitler, con un pensamiento estratégico mediocre, asentía a las quimeras de Rommel
También hay un factor fundamental, las operaciones en el Frente Oriental no iban para nada bien. Barbarroja había fracasado y el Ostheer había perdido el doble de tropas previstas. Así, para Hitler las osadas hazañas de Rommel que fueron publicadas en muchos periódicos eran demasiado atractivas para pasarlas por alto, aunque no hubiera lógica estratégica militar que las respaldara. Así, Rommel logró cierta relevancia mediática. Allí había un general que obtenía victorias fulgurantes y aparentemente decisivas; aunque en realidad nunca llegaron a serlo.
Rommel, al asumir un mando operacional de forma improvisada y para el cual no estaba preparado, tal como informó Hermann Hoth al Alto Mando del Ejercito en la campaña francesa, realmente no llevó a ningún lado. Rommel no planificaba con base a sus medios y capacidades, sino pretendió que los medios y capacidades se adaptaran a su plan. Él creía firmemente que otros tienen que solucionar dicho problema y pretende, al modificar la coyuntura estratégica del frente, que el alto mando le refuerce cuando era una situación imposible. Esta forma de actuar, llevó a que personajes como Franz Halder, jefe del alto mando del ejército, se refirieran a Rommel como “el oficial que se volvió completamente loco”, también, dentro del Estado Mayor Alemán, se le conocía como el “soldado loco”.
Rommel demostró en África ser un pésimo comandante operacional, pues su fracaso en visualizar un resultado final ceñido a la realidad o en hacer un análisis de la misión, revelo que sus batallas no tenían sentido. Para los alemanes, casi nada bueno se logró de toda su notable habilidad táctica en África, convirtiendo la guerra en una serie de combates desconectados con una atrición relativa como única medida de éxito o fracaso.
Retomando, algunos dirán, Rommel vio el ataque como la mejor defensa, pero lo cierto es que esto va en contra de cualquier axioma en el arte de la guerra. De hecho, Carl von Clausewitz, expresa que “la defensa es la forma más fuerte de combate”. Rommel, al atacar, lo que hizo fue reducir su fuerza al extender el espacio de sus operaciones, dispersando y desgastando sus medios. También dirán, la ofensiva aliada era inminente y es cierto, África y en si toda la guerra, estaba condenada, pero no por ello se debía acelerar el resultado, pues los combates que los alemanes libraron en África del Norte solo sirvieron para acelerar el resultado de la guerra en este teatro a un costo excesivo.
Contrario, hubiese sido el caso de hacerse fuerte en la Tripolitania, puesto que, al amparo de su logística, sus ratios de fuerza hubiesen sido mayores, mientras que los de su enemigo se hubiesen visto afectados por la extensión de la correspondiente logística. Recordemos que los británicos hubiesen tenido que aprovisionarse desde Egipto, afrontando los problemas que enfrentó Rommel. De ahí, que sus dotes tácticos hubiesen llevado a mayores crisis a los británicos y, luego a los estadounidenses, de haber hecho un mejor análisis de su misión en virtud a los principios del Arte Operacional y la directiva que le fue asignada, pero, más allá del campo táctico, la capacidad de Rommel era muy limitada para pensarlo de tal forma.
La economía de fuerzas es determinante en la obtención de los objetivos de la guerra, independientemente si se trata de ofensiva o defensiva. Pero es un axioma de la guerra que la defensa es la forma más fuerte de combate, es donde se es más fuerte, es donde menos medios se derrochan y disipan. En todas sus acciones, Rommel jamás pudo combinar artísticamente el tiempo, espacio, recursos y objetivo, ignorando todos los principios del Arte Operacional.
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Autor
Licenciado en Ciencias Sociales, docente de Historia en la educación básica primaria y secundaria, y educación media en Colombia. Editor y redactor en Guerra Total.