J.R.R.Tolkien ¿Cómo influyó la Gran Guerra en su obra?

“En un agujero en el suelo, vivía un hobbit […]”

Con estas palabras, John Ronald Reuel Tolkien, inicia el relato de la popular novela El Hobbit, publicada el 21 de septiembre de 1937, pero que ya venía escribiéndose desde 1920. Esta novela fue la primera del autor, quien explora a fondo el universo mitológico y  cuenta la historia de la Tierra Media.

El universo de Tolkien posee un gran número de obras que son prácticamente reconocibles por casi todos nosotros. Entre ellas, además de El Hobbit, encontramos El Señor de los Anillos, publicada en 1954. Pero que fue escrita por etapas entre 1937 y 1949. Esta novela se había pensado como una secuela de la primera a consecuencia de su gran éxito. No obstante, en virtud se escribía, fue trascendiendo hacia algo más grande y, con el tiempo, tuvo un éxito mucho mayor, a tal punto de recibir el Premio Internacional de Fantasía en la XV Convención Mundial de Ciencia Ficción.

La Batalla de Passchendaele. «Un infierno de barro»

La obra de Tolkien dejó en nosotros un profundo sentimiento de respeto y admiración. Su mundo de guerreros, magos, elfos, gigantes, bestias y otras criaturas nos ofrecen una metáfora sobre las guerras, el espíritu, la industrialización, la ambición, el poder y la naturaleza.  De allí que su obra sea de las más populares de nuestros tiempos, siendo adaptada a la radio, el teatro, y el cine; la generación actual no puede olvidar la adaptación cinematográfica de Peter Jackson, nominada a treinta premios Oscar, de los cuales obtuvo diecisiete, once pertenecientes al Retorno del Rey.

Fotografía de J.R.R. Tolkien en uniforme del Ejército Británico. Fue tomada en 1916, cuando tenía 24 años. Dominio público.

Un contexto

El explicar la vasta obra tolkieniana es complejo en la presente reflexión, puesto que se encuentra en sus bases un amplio número de anécdotas, vivencias, estudios e influencias que conforman la mitología de la Tierra Media. Por esta razón, trataremos un tema particular: el cómo la Gran Guerra influenció a J.R.R. Tolkien en la composición de su obra. Pero, para ello, debemos dar algunas aclaraciones.

Hay que dejar claro que Tolkien no perfiló su obra para reflejar la situación de aquellos tiempos de guerra, sea la Primera Guerra Mundial, donde sirvió como especialista de comunicaciones; o la Segunda Guerra Mundial, donde su hijo Christopher sirvió como piloto de la RAF y su hijo Michael como operador de artillería antiaérea. Al respecto, Tolkien dijo lo siguiente:

“Personalmente no creo que ninguna de las guerras (y por supuesto menos todavía la bomba atómica) tuvo ninguna influencia en la trama ni en el modo en que se desarrolló”

(De una carta al profesor L. W. Forster, 31 de diciembre de 1960).

Sin embargo, si bien este no fue el objetivo propio, no podemos dejar de lado ciertos eventos que se asocian con los treinta años de guerra que van desde el asesinato del archiduque Francisco Fernando en 1914, hasta el estallido de las bombas atómicas en 1945. Además, tampoco podemos pasar por alto que para Tolkien hay una gran verdad: la guerra es el mayor de los males.


¿Cuál fue la inspiración de la obra de Tolkien?

 La obra de Tolkien se presenta como una metáfora que describe el proceso que da origen a la humanidad; de hecho, la Tierra Media y aquello que transcurre en ella se presenta como parte del pasado remoto de nuestra historia, principalmente de Europa. Sumado a esto, el autor deseó escribir una mitología para Inglaterra a través de un sentido de identidad cultural y étnica local que poseía. Por ejemplo, Tolkien llegó a afirmar: “Los hobbits son simples campesinos ingleses, pequeños de tamaño, porque esto refleja el alcance generalmente escaso de mi imaginación, aunque de ningún valor o energía latente” (Pierce, 2001, p. 93)

El resto de héroes brotan también del suelo y espíritu ingles, y como no, de sus parientes del norte, como Gandalf, el cual fue concebido como el “caminante odíniano” en referencia a Odín, el heroico dios de los nibelungos, líder del panteón germánico. 

Jef Murray - The Hobbit Tree.jpg
Jef Murray – The Hobbit Tree

Tolkien encontró el camino para lo que él consideraba “llenar el hueco” en la historia de la literatura inglesa, pues antes de que llegaran los anglosajones de Europa, Gran Bretaña era celta, cuyas historias involucraban leyendas como la del Rey Arturo. Pero los mitos anglosajones trataban más de Europa que de la Gran Bretaña misma. 

Ahora, por intereses profesionales y personales, se centró en el estudio del anglosajón, las lenguas antiguas (como el latín, griego, gótico), el galés, el inglés medio occidental y el verso aliterado; de allí que su obra se vislumbra como una historia compacta que forma parte de una estructura mucho mayor que tiene su base misma en el lenguaje.

Tampoco podemos olvidar su pasión por las historias míticas y las leyendas, como los poemas anglosajones de Beowulf, así como Sir Gawain y el Caballero Verde, la epopeya finlandesa Kalevala; a este último se dedicó a traducir de su idioma original, algo que le gustó tanto que sentó las bases para el Quenya, uno de los idiomas más estudiados de su universo.

También es importante mencionar que Tolkien y su hermano Hilary Arthur Reuel Tolkien perdieron a sus padres a temprana edad, quedando bajo el cuidado del padre Francis Morgan, un sacerdote jesuita que se encargó del bienestar material y espiritual de ambos. Por esta razón, tuvo una educación católica, tanto doctrinal como cultural, que emerge en su obra marcada por el elemento religioso absorbido entre la historia, el simbolismo y la mitología.

El equilibrio de la mortandad. Retos y avances de la medicina frente a la I y II Guerra Mundial


El estallido de la Gran Guerra

Desde 1903 Tolkien estudiaba en el King Edwards School de Birmingham y en 1911, junto a sus amigos Christopher Wiseman, Rob Q. Wilson, Geoffrey Baceh Smith, había formado una comunidad llamada Tea Club Barrowian Society (TCBS). El núcleo de la sociedad se concretó por Tolkien, quien recitaba, junto a sus amigos, trozos de poemas anglosajones como Beowulf o de la Saga Völsunga; además discutían temas de literatura y pasaban ratos amenos de estudio y juego. Sin embargo, el propósito de la sociedad parecía ser mucho mayor, pues entre tertulias Geoffrey Baceh Smith expuso que “a través del arte, los cuatro tendrían que dejar el mundo mejor de lo que lo encontraron” (Garth, 2015) en cuya responsabilidad tenían el deber de restablecer el amor, la belleza y la sensatez.

Miembros del TCBS. De izquierda a derecha: Geoffrey Baceh Smith, John Ronald Reuel Tolkien, Christopher Wiseman y Robert Quilter Gilson.

Por su gran interés en el lenguaje, también en 1911, ingresó a estudiar Literatura y Lengua Inglesa en el Exeter College de Oxford, en 1912 empezó a desarrollar el Quenya y en enero 1913, con veintiún años, se comprometió con su gran amor, Edith Maryt Bratt, de quién estaba enamorado desde 1908. A fines del verano de 1914, escribió The Voyage of Ea-rendel the Evening Star, el cual trataba del viaje de un marinero por el cielo; fue el primer texto de su mitología. Ese mismo año Inglaterra había declarado la guerra a Alemania y los jóvenes se alistaban para ser militares; Gran Bretaña llamaba al combate a una generación que se perdió para siempre.


Ángeles en Mons

En agosto de 1914, la British Expedicionary Force (BEF) desembarcó en Francia para tomar posición en el núcleo industrial de Mons en el flanco izquierdo del Ejercito Frances. Siguiendo el “Plan Schlieffen” y viendo la inferioridad numérica británica, los alemanes decidieron atacar sus posiciones. Pese a que los británicos a duras penas pudieron resistir el avance alemán, hubo un episodio en el que dos divisiones británicas mantuvieron a raya a otras seis alemanas.

Según cuenta la propaganda británica de la época, aunque inferior en número, pero bien experimentado, el Ejército británico, caracterizado por su movilidad y versatilidad en el combate. Pero sobre todo por su potente fuego de fusilería, enfrentó con éxito a los alemanes, causándoles una verdadera carnicería que frenó su avance. Aun así, la derrota aliada en las Batallas de las Fronteras hizo que los británicos se retiraran para evitar ser rodeados y aniquilados.

“THE ANGELS OF MONS” painting by W.H. Margetson. Publicada por ‘A. Vivian Mansell & Co., Fine Art Publishers, London’. ‘No, 1017.’

El secreto de la efectividad de los tanques Tiger I

La hazaña de los fusileros británicos en Mons, dio pie a la leyenda de que los fantasmas de los arqueros ingleses de Agincourt se levantaron de sus tumbas para frenar al enemigo. La historia se popularizó en septiembre de 1914, cuando Arthur Machen publicó el cuento The Bowmen o Los arqueros, el cual relata como los arqueros de la Batalla de Agincourt (25 de octubre de 1415), dirigidos por San Jorge de Capadocia, regresan al mundo terrenal como ángeles para apoyar a las tropas británicas en la Batalla de Mons.

—¡San Jorge, San Jorge! —¡Ha! Señor; ¡ha! ¡dulce Santo, sálvanos! —¡San Jorge por la feliz Inglaterra! —¡Salve! ¡Salve! Monseigneur San Jorge, socórrenos. —¡Ha! ¡San Jorge! ¡Ha! ¡San Jorge! Un fuerte y enorme arco. —¡Caballero del Cielo, ayú-danos! Y mientras el soldado escuchaba esas voces, vio frente a sí mismo, más allá de la trinchera, una larga línea de formas, con aureolas resplandecientes a su alrededor. Eran como hombres que llevaban arcos, y luego de un grito, lanzaron su nube de flechas, silbando y zumbando a través del aire, hacia la masa de alemanes…

The Bowmen, Arthur Machen (1863-1947)

El cuento, en conjunto con el fervor patriótico, aparte de rumores e histeria colectiva, hicieron que se popularizara como un milagro. Se dice que Tolkien lo usó como inspiración de los Hombres Muertos de El Sagrario, los fantasmas grises que aparecen en El Retorno del Rey para ayudar a Aragorn en la Batalla de Pelargir. En la adaptación cinematográfica se ven como fantasmas verdes que participan en la Batalla de los Campos de Pelennor.

Las exhaustas tropas británicas que se retiraban de Mons habían visto al parecer un ángel montado en un caballo blanco blandiendo una espada de fuego, o una tropa de arqueros celestiales, o tres ángeles en el cielo. Los «Ángeles de Mons» habían impedido el avance alemán, según se decía

Garth, (2003)
Aragorn llega a Pelargir junto a los Muertos de El Sagrario, donde derrotaron a los Corsarios de Umbar. Fotograma de El Señor de los Anillos, El Retorno del Rey de Peter Jackson.

Un mundo injusto

A Tolkien le desgarraba la idea del mundo en el que le tocaba vivir, justo cuando encontró el amor y se acercaba a culminar sus estudios. Ese mismo año, 1914, Tolkien empezó a trabajar en la historia de Kullervo, el cual sería una de las fuentes para Túrin Turambar1. También se reunió con sus viejos amigos del TCBS y reflexionaron como ellos, podrían lograr algo valioso en provecho de todos. Uno de ellos, Wiseman, se enlistó en la Marina y Smith y Gilson se habían enlistado en el ejército mucho antes que Tolkien.  

Tolkien retomó sus estudios, le interesaba permanecer en Oxford hasta graduarse, razón por la cual no se enlistó inmediatamente. No obstante, se enteró de la existencia de un programa que le permitía entrenarse para el ejército sin abandonar sus estudios, postergando el llamado a filas para después de la graduación. Una vez graduado, se le destinó al Decimotercer Batallón de Fusileros de Lancashire y fue enviado al campo de entrenamientos en Rudgey, Staffordshire, donde se familiarizó con temas militares

En 1915 Tolkien llegó a la conclusión del que el Quenya debía ser hablado por personajes con una gran historia detrás. Pero primero debía cumplir con su deber, por lo que inició su preparación; decidió especializarse en comunicaciones, una rama cercana a sus estudios, aprendió código morse, señalización, códigos cifrados y otras destrezas más. Al final de 1915 fue nombrado oficial con el grado de teniente segundo (subteniente) especializado en lenguaje de signos por su condición de profesional universitario. Para 1916 llegó la orden de su embarque y, como la mayoría de enamorados de la época, frente al temor de no volver a ver a Edith, contrajo matrimonio el 22 de marzo de 1916.

Las causas de la Gran Guerra (1914-1918) “rivalidades que matan”


El Somme

En 1916, todo el mundo en Inglaterra sabía que el “Gran Empujón” en el frente era cuestión de tiempo. Desde 1915 el Frente Occidental había quedado inmóvil, ni el gas venenoso de Ypres, ni la Masacre de Verdún habían generado un cambio significativo en el frente. No obstante, las juventudes del Imperio británico llegaban para formar un nuevo ejército. Algo grande estaba por venir.

Tolkien fue enviado a Francia en junio de 1916, fue conducido al campamento de Étaples y fue asignado a la Compañía B del Undécimo Batallón, allí permaneció tres semanas hasta que fue enviado al frente en una caravana que tomó rumbo por Amiens, Rumbepre y Bouzincourt, poblaciones heridas por la guerra desde tiempos inmemoriales. De allí llegó al frente de batalla sobre el rio Somme. Su unidad se encontró con el batallón de uno de sus amigos, G.B. Smith, con quien pudo charlar por varios días.

File:Somme battlefield aerial view July 1916.jpg
Vista aérea del campo de batalla del Somme en julio, tomada por un globo británico en las cercanías de Bécourt.

El batallón de Tolkien permaneció en la retaguardia, en Bouzincourt, a lo largo de este tiempo vivió la tensión creciente de la ofensiva que se preparaba en el Somme. Allí, en la tierra de nadie, a lo largo de la tétrica línea de trincheras y el paisaje arrasado en el horizonte por la artillería, donde las ratas se cebaban de sus camaradas día y noche, conoció los horrores de la guerra.

En el frente de batalla había señales de que algo no había marchado, como se esperaba: cientos de heridos, muchos espantosamente mutilados, soldados cavando centenares de tumbas, un olor siniestro y podredumbre. La ofensiva del Somme no había tenido el éxito esperado, en el primer día de combate el Ejército Británico perdió 20 mil soldados. Pero las defensas alemanas no fueron destruidas y los tiradores alemanes acabaron con cuanto soldado pasó por la mira de su arma.

El 14 de julio de 1916 la compañía B del Undécimo Batallón pasó al ataque y Tolkien, como oficial de comunicaciones, se dispuso en su lugar de trabajo: una maraña de cables, unos teléfonos de campo, un telégrafo que no se podía usar (los alemanes tenían intervenidas las líneas), unas banderas y algunas palomas mensajeras que pocas veces lograban regresar.

El bombardeo a Dresde ¿Un crimen de guerra?


Mi Sam Gamgee [Gamyi]

Los oficiales británicos tenían unos ayudantes: en general jóvenes que se encargaban del servicio de mensajería, mantenimiento y del comedor al estilo criados. En Francia se les llamó aides de chambré o “ayudantes de cámara” (Román, 2004, p. 85).  El asistente que le correspondió a Tolkien era un muchacho de ojos grandes y cabello lacio, ligeramente ondulado. Los oficiales no podían entablar relaciones amistosas con ello. Pero cada oficial tenía un asistente que se ocupaba de su equipo y de atenderlo; Tolkien llegó a conocer muy bien a algunos de los hombres.

Hero of the Month – Samwise Gamgee – The Secondhand Took
Fotograma del Señor de los Anillos en el que se ve a Sean Astin interpretando a Sam Gamgee.

Tolkien vio a ese muchachito que lo atendía como “ayuda de cámara” a Sam Gamgee, un hobbit en que encarna la fe, la sencillez, la decisión y que, llegó a ser el gran amigo, ayudante y apoyó de Frodo Bolson, el portador del anillo. Incluso llegó a afirmar lo siguiente:

 “Mi Sam Gamgee es en realidad un reflejo del soldado inglés, de los asistentes y soldados rasos que conocí en la guerra de 1914, y que me parecieron tan superiores a mí mismo.”

(Pierce, 2001, p. 94)
File:Wiltshire Regiment Thiepval 7 August 1916.jpg
Hombres del Regimiento de Wiltshire atacando cerca de Thiepval , el 7 de agosto de 1916, durante la Batalla del Somme . Foto tomada por Ernest Brooks .

Un paisaje aterrador

Tolkien pasó cuatro meses de horror en el Somme, padeciendo día y noches el fuego de artillería, el cual, al volar por el aire generaba un sonido que causaba un efecto psicológico que enloquecía a los soldados, quienes se escondían como ratones en las trincheras, inertes y aterrorizados. El trauma por el fuego de artillería fue tal que cerca de 80 mil soldados fueron tratados por sus efectos. Entre ellos alucinaciones, pesadillas, depresión, insensibilidad emocional, etc.

El efecto psicológico dejado por el fuego de artillería debió de ser muy parecido al lamento de los Nazgûl, los sirvientes de Sauron. Sin forma corporal propia, estos espectros inspiran maldad, aún más profunda en la oscuridad; su halito negro era venenoso y sus lamentos hacían que el más fuerte guerrero dejara sus armas, se arrojara al suelo, y luego, arrastrándose, pasara a esconderse.

Nazgûl - Wikipedia, la enciclopedia libre
Uno de los Nazgûl, personajes ficticios de la novela El Señor de los Anillos mirando la puesta de sol desde una colina. Fuente: The Artifex, Flickr. https://www.flickr.com/photos/artnow/184299047/in/set-2157594191072075/

Sumado a ello, en lo profundo del frente, en la oscuridad, los jinetes cabalgaban entre los gases como negros espectros con máscaras antigás que deformaban sus voces. Resulta curioso que los Nazgûl solo son reconocibles por sus túnicas y atavíos negros, generalmente montados en caballos, también negros. Aunque Tolkien siempre rechazó estas interpretaciones y es algo que nunca llegó a confirmar, no podemos negar el parecido o las congruencias entre ambos. 

Química al servicio de la guerra | Cultura | EL PAÍS
Un soldado de caballería alemán -con mascara de gas- y su corcel observan el campo de batalla. Se dice que fue alrededor del año 1917. Fuente original de la foto desconocida. Coloreada por In Colore Veritas

Pero de todo ese paisaje, lo peor eran los muertos; en cada rincón había cadáveres espantosamente destrozados por las granadas. Los que aún tenían rostro, miraban con ojos terribles. Más allá, la tierra de nadie estaba sembrada de cuerpos hinchados y descompuestos. La hierba y el trigo habían desaparecido en un mar de fango. De los árboles sólo quedaban unos troncos mutilados y ennegrecidos. Rob Gilson relató en una de sus cartas:

Figuras en la niebla, me veis solo, solo y triste a la débil luz del fuego:
¿Cuánto quedará para la última de todas las batallas?
(¡Escuchad, los cañones rugen alto esta noche!)

Garth, (2003, 189)

Allí recordamos cuando Frodo, Sam y Gollum, en su camino a Mordor, tuvieron que viajar a través de la “Ciénaga de los muertos” o “Pantano de las Caras Muertas”, un lugar plagado por lagunas y riachos fétidos, fango y tremedales con presencia de gases putrefactos. En este lugar encontraron los cadáveres y espíritus animados de guerreros muertos hace mucho tiempo, enlodados en su lecho y cuyos espíritus atacan a los vivos. En una carta fechada en1960, Tolkien escribió lo siguiente: “Quizás en el paisaje. Las Ciénagas de los Muertos y las inmediaciones de Morannon deben algo al Norte de Francia después de la Batalla del Somme.”

Una burla lo llevó a la guerra; y luego, a la presidencia de Colombia: la guerra de los supremos

Se puede decir que La “Ciénaga de los muertos” Simboliza a los muertos sin nombre. Lo cierto es que Tolkien no olvidó jamás la “carnicería del Somme” y lo que él llamó el «horror animal» de la guerra de trincheras. La misma descripción del lugar tomada de El Señor de los Anillos es un relato de la “Tierra de Nadie”:

Hasta el Pantano de las Caras Muertas llegaría acaso alguna vez un trasnochado espectro de verde primavera; pero estas tierras nunca más conocerían la primavera ni el estío. Nada vivía aquí, ni siquiera esa vegetación leprosa que se alimenta de la podredumbre. Cenizas y lodos viscosos de un blanco y un gris malsanos ahogaban las bocas jadeantes de las ciénagas, como si las entrañas de los montes hubiesen vomitado una inmundicia sobre las tierras circundantes. Altos túmulos de roca triturada y pulverizada, grandes conos de tierra calcinada y manchada de veneno, que se sucedían en hileras interminables, como obscenas sepulturas de un cementerio infinito, asomaban lentamente a la luz indecisa.”

(El Señor de los Anillos II)
Frodo, Sam y Gollum transitan por la Ciénaga de los Muertos en su camino hacia Mordor. Fotograma de El Señor de los Anillos, Las Dos Torres de Peter Jackson.

La muerte llega a Tolkien

Un día tras otro la misma rutina: un período de descanso, el retorno a las trincheras, más ataques (en general infructuosos), otro período de descanso. Tolkien estuvo entre quienes apoyaron el asalto al reducto de Schwaben, una fortificación en las trincheras alemanas. Pero un día, el 15 de julio de 1916, G.B. Smith escribió a Tolkien que Rob Gilson había muerto en La Boiselle dirigiendo un ataque de infantería el 1 de ese mes. Smith también trató de consolarlo:

“Mi mayor consuelo es que si esta noche me voy por los imbornales —salgo en misión dentro de unos minutos— todavía quedarán miembros de la gran T. C.B.S. para anunciar lo que yo soñaba y en lo que todos concordábamos. Estoy seguro de que la muerte de uno de sus miembros no puede disolver la T.C.B.S. La muerte puede hacernos repulsivos o impotentes como individuos, pero no puede poner fin a los cuatro inmortales. Es un descubrimiento que comunicaré a Rob antes de salir esta noche. Y díselo también a Christopher. Que Dios te bendiga, querido John Ronald, y que digas las cosas que yo intentaba decir cuando yo no esté para decirlas, si ésa es mi suerte. Siempre tuyo, G.B.S”

La rutina continuó. El 19 se reunió una última vez con Smith y volvió a la trinchera. Aunque, los combates del Somme no eran tan intensos como los primeros días de la batalla, las bajas seguían siendo altas y muchos hombres del batallón de Tolkien perecieron. Hasta el momento no había sido herido, pero los días pasaban y pasaban y, con ello, las posibilidades de morir; la única salida era una licencia, pero esta nunca llegó. Allí, en esa pesadilla escribió las primeras partes de lo que soñaba podría ser una mitología para Inglaterra.

Bapaume, Pozieres. Una vista de la tierra de nadie durante la Batalla del Somme. Imperial War Mu-seum. Dominio público.

Aquello que “salvó” a Tolkien fue la “pirexia de origen desconocido”. A los 120 días de vivir en las zanjas de guerra, entre cadáveres y ratas contrajo “fiebre de trincheras”, no muchos sobrevivían a ese señalamiento de la muerte. El 27 de octubre cayó enfermo y fue llevado al hospital de Beauval, en cercanías a la línea del frente, un día después fue enviado a Le Touquet. Allí permaneció una semana. Pero al ver que no mejoraba, fue enviado al hospital de Birmingham el 8 de noviembre; con aquella fiebre, no podemos negar que las alucinaciones pasaron por su mente, muchas confundidas con recuerdos.

La Gran Guerra quebró la voluntad de muchos hombres y trajo en ellos varias reacciones involuntarias, tales como: temor incontrolable, histeria, ansiedad, mareos, amnesia, tics, crisis convulsivas, pesadillas, etc. En aquel conflicto, antes de que se tratase formalmente esta patología, estas reacciones fueron designadas bajo el termino Shell Shock. Estas reacciones también fueron experimentadas por Frodo en su camino a Mordor, por ejemplo, sufrió de ceguera temporal, un síntoma común del Shell Shock. También, al volver a la Comarca, a Frodo le es difícil adaptarse a la vida cotidiana, trayendo consigo el recordatorio de que la guerra nos cambia.

¿Qué llevó a los alemanes a detenerse a las afueras de Dunkerque (1940)?

En pocos días pasó del horror de las trincheras hasta las sábanas blancas de la ciudad que tan bien conocía. Para la tercera semana de diciembre se reunió con Edith y fue dado de alta. Aún con la maravilla de haber sobrevivo al Somme, el 16 de diciembre recibió una nota de Christopher Wiseman: “G.B. Smith había muerto a causa de las heridas recibidas por la explosión de una granada”

Soldados australianos son atendidos en Ypres, 1917. El soldado herido en la parte inferior izquierda tiene la mirada de los mil metros. Dominio público.

La derrota gala. Razones y pormenores del fiasco bélico en 1940


Inicia la epopeya

 “Que digas las cosas que yo intentaba decir cuando yo no esté para decirlas”

Las palabras de Smith eran un claro llamado para que Tolkien empezara la gran obra que había meditado durante largo tiempo. También, Wiseman le envió a Tolkien una nota desde alta mar, cuando patrullaba aguas enemigas, en la que sugería: “deberías comenzar la epopeya”

Con aquellas palabras se logró que Tolkien empezara su gran obra: un proyecto enorme y asombroso con pocos paralelos en la historia de la Literatura. Iba a crear una mitología de dimensiones gigantescas en las que sus personajes hablaban los lenguajes que había inventado, formando un conjunto de leyendas para Inglaterra, el país que el tanto amaba.

El concepto podía parecer ambicioso, pero a su regreso de Francia, decidió realizarlo. Ése era el momento y el lugar: estaba una vez más con Edith, en Great Haywood, en el campo inglés que tanto quería.  En este lugar, escribió la Caída de Gondolin, donde narra el asalto de la última fortaleza de los elfos por Morgoth, la mayor potencia del mal. Después de una terrible batalla, un grupo de habitantes, entre ellos Earendel, el nieto del rey, logra huir. Aquí se crea pues, el nexo con los poemas de Earendel, los primeros esbozos de su mitología. Además de sus influencias literarias, la caída de Gondolin y la gran batalla que forma el núcleo de su historia debe una pequeña y superficial parte de su inspiración a las experiencias de Tolkien en el Somme, ya que la lucha en Gondolin posee una grandeza heroica de la cual carece la guerra moderna.

La Caída de Gondolin: John Howe:

También, de este periodo de convalecencia surgió El libro de los cuentos perdidos, los primeros fragmentos de lo que un día llegó a ser El Silmarillion; creó el Sindarin basándose en el Galés, así como creó el Quenya, basándose en el Finlandés. Acompañado por Edith y con largos paseos que le recordaban a ella cantando y bailando como una elfa, tuvo la inspiración para el relato de Beren y Luthien, la historia de un hombre mortal que amaba a una doncella inmortal a quien había visto por primera vez bailando en el bosque.

Para 1917 había ya definido de forma medianamente nítida el Quenya, Sindarin y Eldarin, lenguajes de los cuales desarrolló un árbol genealógico. En Tolkien aparecían las imágenes de otros mundos que despertaron por la guerra que se estaba viviendo y que se llevó a sus amigos y casi a toda una generación; sin embargo, en julio enfermó de nuevo y en agosto fue internado en el hospital de Booklan, en Hull. Aun así, logró reponerse…

El 11 de noviembre de 1918 se firmó el armisticio que trajo consigo el fin de la Gran Guerra, para ese momento Tolkien ya tenía la idea de obtener un empleo académico y cuando estuvo lista la desmovilización del ejercito ya estaba listo su nombramiento como lexicógrafo asistente para el Nuevo diccionario Oxford en inglés.

La paz que llegaba al mundo tenía más carácter de retaliación que de reconciliación, los Acuerdos de París, en las que se establecieron las condiciones a los vencedores, como en Versalles, no fue olvidada por los alemanes y con el tiempo se convirtieron en las causas de una nueva confrontación. La guerra quizás dio la razón a Tolkien para reconocer que el mal permanece y vuelve con renovado vigor y así, como el participó en la Primera Guerra Mundial, dos de sus hijos, estuvieron destinados a vivir la segunda.


Una historia de la que falta mucho por contar

Es imposible contar la vida de Tolkien en este corto espacio y, de hecho, para que concibiera su mitología como hoy la conocemos pasarían muchos años. Sus obras son bastantes: El Grifo y Poesía de Yorkshire, Cuentos y canciones de Bible Bay, Sir Gawain y el Caballero Verde, la Visita del Fragon y Glip, entre otras. Pero, aunque su trabajo puede rastrearse hasta 1911 cuando creó el Newbosh y el Animálico, algunas de sus obras más conocidas fueron publicadas mucho tiempo después, en 1930 publicó la Gesta de Beren y Lúthien, en 1937 El Hobbit, entre 1954-1955 El señor de los Anillos, en 1977 El Silmarillion y, entre 1983-1983, El libro de los cuentos perdidos, estos dos últimos publicados de forma póstuma por su hijo Christopher Tolkien.

El largo camino de regreso para un soldado de la Gran Guerra

Finalmente, muchos puntos discutidos en esta entrega son interpretaciones basadas en la lectura de las fuentes que relatan la vida del autor. Sin embargo, Tolkien rechazaba aquellas ideas que veian a su obra como una alegoría de lo acontecido en Europa entre 1914 y 1918, pues no consideraba una visión tan simplista de la vida.

Se dice a menudo que Tolkien escribió las primeras historias de su mitología en las trincheras. «No son más que habladurías —advirtió cincuenta años después de los hechos—. Podías garabatear algo en el dorso de un sobre y metértelo en el bolsillo trasero, pero eso es todo. No podías escribir (…) estarías agazapado entre moscas y otras inmundicias.»

Garth, (2003, p. 162)

En otras ocasiones, expone Garth, (2003, p. 162) Tolkien recordó haber escrito partes de la mitología cuando estaba en las trincheras, bajo el fuego de la artillería enemiga, pero no pudo haber sido mucho más que apuntes de ideas, esquemas o nombres. Sin embargo, la ansiedad producida por la guerra también atizaba el fuego creativo y, por ello, podemos encontrar influencias superficiales de la Gran Guerra. Garth (2003) relata que en su reseña de El Señor de los Anillos en 1955, C.S Lewis, amigo de Tolkien y quien también combatió en la guerra, escribió sobre una de las «excelencias generales» del libro, su sorprendente realismo:

Esta guerra tiene la misma cualidad que la guerra que conoció mi generación. Todo está allí: el movimiento interminable e ininteligible, la siniestra calma en el frente cuando «todo está listo», los civiles que huyen, las amistades vivas y vívidas, el trasfondo de algo parecido a la desesperación y un primer plano de jocosidad, y tesoros caídos del cielo como un alijo de tabaco «rescatado» de las ruinas. El autor ya nos ha dicho en otro lugar que su gusto por los cuentos de hadas fue llevado a su madurez por el servicio activo; ésta, sin lugar a dudas, es la razón por la que podemos afirmar de sus escenas de guerra (citando a Gimli el enano): «… aquí hay buena roca. Esta tierra tiene huesos duros».

Garth, (2003, p. 266)
File:Beowulf and the dragon.jpg
Ilustración de Beowulf luchando contra un dragón.J. R. Skelton – Illustration in the children’s book Stories of Beowulf (H. E. Marshall). Published in New York in 1908 by E. P. Dutton & Company.

Aun así, su verdadera inspiración surge de su profundo amor y respeto por las palabras y sus significados; adoraba las lenguas y las estudió con gran dedicación toda su vida. Su obra buscó dotar a Inglaterra de una mitología propia de la que carecía y enriquecer su historia. En ella podemos ver muchas referencias a Beowulf, El Anillo de los Nibelungos, el Kalevala, el Rey Arturo e incluso la Biblia. Por su puesto, su obra se vio influenciada por su propia vida, su orfandad temprana, su crianza católica, el Birmingham urbano, el T.C.B.S., su servicio militar, su amor eterno por Edith, etc. De hecho, en 1951 llegó a afirmar sobre su obra:

“Está escrita con la sangre de mi vida, sea ésta como fuere, densa o diluida; y no puedo hacer otra cosa”.


Bibliografía

  • Carpenter, H. (1993). Las cartas de J. R. R. Tolkien. Barcelona: Minotauro.
  • Carpenter, H. (2002). J.R.R. Tolkien Una Bibliografía. Minotauro.
  • Garth, h (2015) Tolkien y la Gran Guerra. El origen de la Terra Media. Minotauro
  • Gonzales, X. (9 de 6 de 2088). La Batalla de Mons. Obtenido de La Gran Guerra: http://lagranguerra1914-1918.blogspot.com/2008/06/la-batalla-de-mons-i.html
  • Garth, J (2003). Tolkien and the Great War. HarperCollins Publishers.
  • Hobsbawm, E. (1998). Historia del Siglo XX. Buenos Aires: Crítica.
  • Pearce, J. (2001). J.R.R. Tolkien. Señor de la Tierra Media. Buenos Aires: Ediciones Minotauro.
  • Robert, S. (August de 2005). «Battle of Mons and the Angels of Mons». Military Heritage, 7(1).
  • Roman, C. (2004). J.R.R. Tolkien. Señor de magias, credor de universos. Bogotá: Panamericana.
  • Tolkien, J. R. R. (abril de 1993). El Señor de los Anillos. Il. Alan Lee, trad. Luis Domènech y Matilde Horne. Barcelona: Minotauro.

Autor

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Licenciado en Ciencias Sociales, docente de Historia en la educación básica primaria y secundaria, y educación media en Colombia. Editor y redactor en Guerra Total.

Notas al final

  1. Protagonista de la novela Los hijos de Húrin. Publicada de forma póstuma el 17 de abril de 2007 en todo el mundo, tras ser editada por su hijo Christopher.
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